No es verdad que “hay lo que hay”

Maranatha

Que ningún ser humano sea aplastado, tampoco un gusanillo

Maranatha
Dios Padre te quiere

Que la justicia sea el árbitro de las naciones, que ningún pobre sea vendido por un par de sandalias, que no haya daño ni estrago en la tierra

(Jose Arregi).- Tras la muerte de Jesús, el atrevido profeta judío de la compasión subversiva, las primeras comunidades cristianas de Palestina lo invocaban con esa palabra aramea formada de dos: «Marana, tha. Ven, Señor». Y mientras repetían con ardor esta sencilla invocación, se les llenaba el pecho de consuelo y fortaleza para seguir esperando, practicando la esperanza, anticipando su cumplimiento.

Pensaban que Jesús, mártir de su bondad rebelde y sanadora, había sido arrebatado por Dios hasta el cielo junto a sí -esas cosas pensaban entonces- y que pronto, muy pronto, volvería del cielo a la tierra para cumplir de una vez para siempre aquella esperanza que había anunciado y que había sido la razón de su condena: el «reino de Dios» o la liberación de todos los seres, el fin de toda opresión, el levantamiento de todas las condenas, y una gran mesa compartida llena de pan y de vino.

Para leer el artículo completo, pinche aquí

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

Lo más leído