Cuando salí del Opus, no sabía sacar dinero del cajero ni hacer la compra; tampoco nada de sexualidad
(Jesús Bastante).- Antonio Esquivias, ex sacerdote del Opus Dei, acaba de presentar un libro, El Opus Dei: el cielo en una jaula editado por Libros.com. Un libro «autobiográfico», en el que sostiene que «el carisma del Opus Dei es el cielo, pero el funcionamiento de la institución es una jaula«.
El Opus Dei: el cielo en una jaula. ¿Es autobiográfico?
Sí, yo no he querido escribir un libro contra el Opus Dei o sobre el Opus Dei sino un libro sobre mi vida en el Opus Dei, para tratar de explicar y también para tratar de explicármelo a mí mismo. El cómo es posible que haya vivido ahí, que haya estado ahí, qué me movió para estar ahí y qué hace que para la gente, de alguna manera, la obra haya tenido este gancho que ha tenido en la sociedad española muy fuerte y realmente con mucha influencia.
¿Qué es el Opus Dei para Antonio Esquivias?
Yo distinguiría, como así hago en el título del libro, el cielo y la jaula: entonces sí distinguimos carisma e institución. El carisma es algo en lo que yo he estado de acuerdo durante treinta años, que es vivir el cristianismo en medio de la calle, poner a Cristo en la cumbre de las actividades humanas… Son ideas que me parecen espectaculares y que realmente, cuando yo las empecé a conocer en el año 1970, es cuando yo me hice de la obra. Eran novedosas, te movían, parecía que aquello era un asunto que iba a tener fuerza e iba a ser realmente una simiente para la sociedad: fecundar el cristianismo con el cristianismo en la sociedad. El tema es que si pasamos al final de cómo me voy, que cuando salgo del Opus Dei no sé ni manejar una tarjeta de crédito, es como venir de Marte a la Tierra. Yo me mareo en los supermercados viendo los tipos de aceitunas que hay porque no sé cuál tengo que coger. Claro, esto es como la antítesis del vivir en la calle; yo quería vivir en la calle y al final he vivido totalmente desconectado de lo que en la calle sucede, de la vida normal de una persona. A mí me parece que la Institución tiene muchas deficiencias importantes: la más importante que yo he denunciado, no sé si es la más importante con respecto al Opus Dei (quizás la más importante para mí es otra) son los derechos laborales de la gente que trabaja ahí– Me parece obvio que tienen que respetarlos como los respeta la Iglesia y sus Instituciones, que puede haber deficiencias pero en general se respetan y como lo respeta cualquier institución que funcione en la sociedad.
Has tenido varios problemas con la Obra pero el monetariamente más relevante es que tú has estado tres décadas trabajando para la Obra y te encuentras que no has sido reconocido legalmente como trabajador: no tienes constancia en la Seguridad Social, no han pagado por ti esos años y de cara a la jubilación te encuentras con una dificultad seria.
Yo he empezado este movimiento un poco por eso, porque he llegado a los 60 años y de pronto me encuentro que tengo cotizado lo que he cotizado después de salir de la Obra, pero realmente, cuando te vas, de algún modo es peor, porque yo me fui con 45 años y no tenía nada: no tenía una casa, no sabía ni manejar un banco, ni ropa, porque tenía ropa de sacerdote, sotanas y tal, pero no podía quedármela. Entonces mi proceso de empezar a trabajar fue realmente muy duro, tuve que pedirle a mi madre, que si ya es duro volverse a la casa de la madre de uno a vivir, y luego poco a poco fui empezando a trabajar. Me fui haciendo una posición profesional, pero muy poco a poco y muy lentamente, porque no tenía mucho. Bueno, sí tenía conocimientos. Empecé a trabajar de administrativo en una empresa durante un tiempo, pero enseguida me puse a hacer traducciones porque tengo cinco idiomas y tengo 25 libros traducidos de ese tiempo, y con eso empecé a salir económicamente hacia delante y a situarme, pero es como empezar a los 45 lo que normalmente empiezas con 20 y con la presión del tiempo, porque yo tenía la presión de ganar lo necesario para mi jubilación; luego ya me he dado cuenta que eso era imposible. Yo lo pedí al salir de la Obra, que me reconocieran eso, y me dijeron: «Roma dice que no». Ahora lo he vuelto a pedir y me han vuelto a decir que sí me lo darán, pero no me quieren dar una garantía escrita de que me lo van a hacer solo de los años de sacerdote. Los años de laico parece que no los he trabajado, que directamente no existen, no me lo quieren hacer porque quedaría constancia escrita de que ellos no han cumplido sus obligaciones laborales con respecto a un trabajador. Esta es la situación: he empezado a pedir algo que me parece que es de derecho humanos y que he visto que evidentemente hay muchos más de la Obra. como yo podía suponer, que lo necesitan también. Ahora tengo muchas constataciones, de gente que está exactamente en la misma situación.
Me interesa lo que decías al principio de que esto no es una obra en contra del Opus Dei ni es producto de un odio hacia la Obra, sino que es una constancia de lo que has vivido, porque hay otra gente que también lo ha pasado y porque hay una situación que es necesario denunciar, que no está movida por un deseo de venganza.
Yo veo que en estos temas la gente se decanta un poco por las creencias, es decir, si soy un hombre muy religioso, este hombre está atacando al Opus Dei y si lo eres poco… Pero yo creo que no tiene nada que ver con eso: la fe y las creencias son temas personales que ayudan mucho a las personas, pero las instituciones se hacen para organizar la convivencia y deben respetar los derechos sean de quién sean, no tiene que ver en este sentido ser de la Iglesia o no. Tú estás trabajando en la sociedad, pues tienes que respetar los derechos de esas personas que trabajan para ti, y creo que no lo hacen. Por eso he querido decir el cielo, por eso no he cambiado la palabra cielo: porque si uno conecta con Dios eso es el cielo pero en la jaula sí que hay diferencias y esto yo lo entiendo como un problema grave.
De hecho, la portada es un poco el logotipo del Opus Dei con alambres de espino casi atrapando el cielo que sale entre las nubes ¿Cuál está siendo la reacción de la Obra ante tus denuncias?
Nada, desde que tuve unas conversaciones como he dicho antes absolutamente nada. No ha habido nada de nada.
¿Y del resto de la Iglesia?
Tampoco. Sí ha habido bastantes personas concretas, tanto de la Iglesia como de la Obra como en general de gente que entiende que es un tema de derechos y que te manda el apoyo y sí que he contactado con bastante gente que ha salido de la Obra y que tiene el mismo problema. Mientras estás en la Obra piensas que lo tienes en cierto modo asegurado: dicen que te aseguran, pero no hay ningún documento, no hay nada de hecho; no estás cotizando.
Vamos, que te dicen que mientras estés con nosotros no te va a faltar de nada…
Exacto, pero con una afirmación general no está concretado. Cuando sales, lo lógico sería que te dieran las cosas que tú necesitarías. Te iba a decir que me ha sorprendido porque ha habido tres o cuatro jesuitas que me han escrito, justo uno de ellos diciéndome que había tenido un problema inicial para reconocer sus derechos laborales al salir de la compañía y curiosamente la compañía y él fueron juntos de algún modo en un juicio contra la Seguridad Social para su reconocimiento. O sea, la institución se puso al lado de la persona para que le reconocieran los derechos laborales. Él estaba empático conmigo, me escribió una carta preciosa. Creo que una de ellas la ha publicado Religión Digital.
Una pregunta muy personal: me la contestas si quieres. ¿Cómo rehace una persona su vida cuando en cierto modo se le han roto los esquemas? ¿Se puede seguir hacia delante, ser feliz, formar una familia o un mundo, una serie de relaciones nuevas, vivir de nuevo o empezar a vivir…?
Lo primero, yo no salí sin más: yo salí bastante mal. Los últimos tres años tuve lo que se llama ahora un proceso de moving que yo en ese momento no sabía: estuve tres años sin trabajo en una residencia en Tajamar, un colegio de Madrid.»Chupaba la pared» y perdí interés en todo. Al salir, estuve una año de tratamiento con un psiquiatra de depresión y efectivamente, tienes que reconstruirlo todo porque no sabes nada, desde la sexualidad hasta cualquier otra cosa… Es un proceso en que, lógicamente, metes la pata un montón: hay cosas que, vistas desde hoy, no haría, pero a la vez tienes una ventaja: yo valoró todo, desde poder irme a comprar el desayuno y tomarme un croissant como un capricho. Es tan exagerado que llega al punto de que cuando yo salí de la Obra no sabía ni lo que me gustaba comer. En el proceso vas disfrutando de muy pequeñas cosas. Yo sigo siendo una persona muy austera, necesito muy poco para vivir, pero eso sí, disfruto: disfruto de ir a buscar a mi hija al colegio, disfruto de las cosas más normales de la vida. Es un proceso de ir descubriendo la vida a partir de los 45.
¿Cómo afecta esto a tu fe? Ya que tú entraste movido por tu fe, ¿cómo está ahora? ¿Sigues teniéndola? ¿Cuál es tu relación con Jesús, con el Evangelio?
Este proceso te lleva a lo esencial, porque yo he salido con mucho dolor en relación con la institución Opus Dei y de algún modo también con la Iglesia, porque yo recurrí a ellos también por mi situación. Para mí queda como central la figura de Jesús: esa escena del Evangelio en que Jesús está con una prostituta y está Simón, que es la autoridad. A mí el hecho de que Jesús sea capaz de recoger a esta mujer que no llega ni a hablar, que simplemente se echa allí a llorar, me muestra que cualquier persona es importante. Me parece el centro de la enseñanza de Jesús, creo que es lo más importante que ofrece Jesús a la sociedad actual, pero en el fondo tendría que ser en mi opinión el centro del mensaje de la Iglesia. Seguimos teniendo el cielo; procuremos que no sea una jaula de espinas, hagamos que nuestras jaulas sean adecuadas para este mensaje tan profundo y de respeto a la persona.
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