No sé si existe en el mundo otra Facultad de Teología (de una pequeña Universidad de la Iglesia, en una ciudad de provincias de la vieja Castilla) de la que hayan salido cuatro cardenales y tan importantes como estos
(Xabier Pikaza).- Con el nombramiento de Mons. Ricardo Blázquez se ha completado la «mesa» de los cuatro cardenales que fueron profesores de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca en los años setenta del siglo pasado.
Fui su compañero, y así quiero recordarlos por sus nombres (Sebastián y Rouco, Cañizares y Bláquez), cuarenta años después de haberlos conocido, pues son signo y compendio de la iglesia hispana de estos removidos tiempos.
Quizá haya más, pero no los recuerdo, no forman parte de mi memoria de aquella Universidad Pontificia de Salamanca donde investigué y enseñé, en mi primera y más ingenua etapa de profesor, desde el año 1972 al 1984, en que me jubilaron por primera vez para retirarme por unos años en Roma.
Dos, Fernando Sebastián y Antonio Rouco estaban ya en Salamanca cuando llegué, y ocupaban los cargos más altos de la universidad (uno era Rector Magnífico, el otro Vice-Rector). Mantenían su autoridad y se complementaban por carácter y oficio. No eran entones mala pareja.
Los otros dos llegaron uno o dos años más tarde. Antonio Cañizares llegó de Valencia, y se asentó primero en Madrid, en la famosa escuela de Pastoral, alternando pronto su docencia en los dos «campus» de la Facultad de teología (en Salamanca y Madrid). Por su parte, Ricardo Blázquez, vino de Ávila y empezó dando clases en la Escuela de Catequesis de San Pío X, siendo pronto Decano de la Facultad de Teología de la sede central de la Universidad.
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