No quedan y deben estar estar superadas: sus interpretaciones estrechas de la sexualidad y sus conclusiones negativas sobre métodos de regulación de natalidad
(Juan Masiá, sj).- La pregunta 41 del Cuestionario-Lineamenta actual para el Sínodo de 2015 trata sobre cómo «promover eficazmente la apertura a la vida y la dignidad de ser padre o madre»; y añade, como referencia minimalista, » a la luz, por ejemplo de la Humanae vitae».
Respondería a esa pregunta diciendo simplemente tres cosas:
1) Revisemos lo que significa el criterio de sexualidad digna y natalidad responsable: respeto mutuo de las personas, reciprocidad justa en las relaciones y responsabilidad en la acogida a la vida (que excluye tanto la procreación a ultranza como su rechazo también a ultranza, ambos de modo irresponsable)
2) Que lo que hay que redescubrir, para hacer esta revisión a su luz, no es la Humanae vitae, sino el criterio del Concilio Vaticano II sobre natalidad responsable (Gaudium et spes, 47-52).
3) Que se aclare bien, al hablar de la enseñanza de la iglesia sobre estos temas, qué queda y qué no queda de la Humanae vitae: quedan sus dos criterios principales sobre dignidad y responsabilidad en la relación matrimonial y en la acogida de la vida. No quedan y deben estar estar superadas: sus interpretaciones estrechas de la sexualidad y sus conclusiones negativas sobre métodos de regulación de natalidad. Es decir, lo único que queda de Humanae Vitae es lo que no es original suyo, sino del Concilio Vaticano II, del que la Humanae vitae dio marcha atrás lamentablemente.
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