Manuel Mandianes

Hacedor de teología

"El teólogo ha de hablar de cosas eternas en lenguaje perecedero"

Hacedor de teología
Mandianes

La teología dice de Dios y cuando más bellamente, cuanto más hermosamente, cuanto más poéticamente lo diga, mejor

(Manuel Mandianes, antropólogo).- La teología es un género literario conceptual. Las verdades teológicas no podrán ser jamás sometidas a una verificación empírica; como tampoco lo son la filosofía, la poesía, la novela, ni el teatro. Aquí se trata del sentido de la vida y de la muerte, de la caridad y de la igualdad entre los seres humanos que están más allá del ámbito de la experimentación científica.

Sus instrumentos son la reflexión, la razón y el diálogo. La teología como cualquier narración está sometida a un plexo de referencias que el teólogo no puede olvidar so pena de no ser entendido. Durante mucho tiempo, los sacerdotes fueron formados no para ir y estar en el mundo sino para ser monjes aislados del mundo.

El lenguaje es arma fundamental e imprescindible para el teólogo que ha de hablar de cosas eternas en lenguaje perecedero, temporal. Todas las estructuras e instituciones que el ser humano utiliza son necesarias pero temporales y sustituibles por otros igualmente perecederos. Todos son modos de actuar, como andamios que hacen posible el actuar de estos seres humanos aquí y ahora. Otros seres humanos, en otro espacio o en el mismo espacio en otro tiempo pueden servirse de otros modos. Lo que dice Hegel: «la filosofía es el propio tiempo captado por el pensamiento», se puede decir de la teología. Ésta puede hacer comprender mejor el tiempo que vivimos si el tiempo que vivimos está en el corazón de la teología.

La teología debe de ser asumida como experiencia intelectual, social lo que la obliga a tener presentes las dimensiones afectivas, emocionales e institucionales del momento en que se hace. La inteligencia de lo que oímos está determinada por las referencias que nos sirven de marco para interpretarlo aunque, a veces, las decisiones del individuo suceden a grandes profundidades que escapan a su propio control.

Las referencias son constitutivas del ser humano, son la cultura hecha modos de vida. Hay referencias que son reliquias que hacen parte del bagaje, arropan al ser pero ya no lo condicionan. Las referencias se convierten en valores y el teólogo ha de tenerlos en cuenta para reforzarlos o desmentirlos.

Los contenidos de la teología actual son los de la Suma Teológica pero hoy pocos leen la obra de Santo Tomás. Los misterios del cristianismo de Scheeben sigue siendo un monumento al saber sutilísimo de la Escolástica pero ya no es un libro habitual de lectura entre los cristianos. El teólogo actual debe de situarse más allá aunque tenga como deber haberse apropiado de todo lo que dicen los maestros del pasado.

De las mismas cosas, Francisco y Benedicto XVI hablan de muy diferente manera. Todos los públicos, hasta aquellos que no tengan asimilados altos conceptos teológicos entienden lo que dice Francisco. La teología debe de ser asumida como experiencia intelectual, social lo que la obliga a tener presentes las dimensiones afectivas, emocionales e institucionales del momento en que se hace. Nadie debe ni puede olvidar que el objeto fundante y fundamental de la teología es Dios

La belleza literaria no está reñida con la profundidad de pensamiento. Santa Teresa sigue teniendo montones de lectores, muchos agnósticos mismo ateos, porque habla de Dios con excelencia. La teología dice de Dios y cuando más bellamente, cuanto más hermosamente, cuanto más poéticamente lo diga, mejor.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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