Su mano izquierda estaba inutilizada (aunque no era manco) y tenía tres disparos de arcabuz en el pecho tras su participación en la Batalla de Lepanto
Entre los trozos de un ataúd de madera carcomida por el paso de los siglos, el equipo de investigadores que busca a Miguel de Cervantes ha encontrado una prueba que podría resultar concluyente: las iniciales M. C., remachadas en hierro, están incrustadas en uno de los laterales del féretro, en cuyo interior además se han encontrado varios huesos. Será el análisis de los mismos, que está previsto que se realice en las próximas horas, lo que confirmará si se trata o no de los restos del autor del Quijote, fallecido en 1616.
Nueve meses han sido necesarios para que una treintena de expertos haya accedido por fin a las entrañas de la iglesia del Convento de las Trinitarias de Madrid, en el barrio de Las Letras, el lugar en el que según las referencias documentales de la época se cree que fue enterrado el escritor. Los trabajos de exploración de las sepulturas que atesora la cripta comenzaron este sábado en medio de una gran expectación mediática. Un portavoz del Ayuntamiento de la capital ha confirmado el hallazgo en el nicho número uno.
El hueco en cuestión parece haber sido rellenado con escombros como tejas y restos de ladrillos, lo que hace suponer que «allí se hayan colocado restos de otros enterramientos anteriores». De hecho, aparte del retazo con las iniciales M. C., en su interior también se han hallado «maderas que parecen tener otro origen y desechos de más féretros», lo que hace pensar a los investigadores que en ese mismo dentro hay restos óseos de varios individuos.
Pese al hallazgo, los investigadores consideran que «está todo abierto» y que no hay «conclusiones» definitorias, aunque uno de los directores del proyecto ha dicho estar convencido de que se trata de un avance «muy importante, que indica lo que indica».
A falta del análisis de los huesos asociados a este enterramiento, parece probable que sea aquí es donde descansaban desde hace 400 años los restos mortales de Cervantes. En la búsqueda han participado arqueólogos, forenses, técnicos e historiadores.
El pasado mes de abril el Ayuntamiento de Madrid impulsó «uno de los proyectos más ambiciosos y de mayor relevancia de la historia de la capital» para tratar de encontrar la tumba del escritor. El foco se puso en el Convento de las Trinitarias a partir de «un sólido estudio científico e histórico».
El primer paso fue explorar con georadar la iglesia, cuyos resultados delimitaron cinco zonas claras con posibles enterramientos. A partir de ahí el equipo multidisciplinar de investigadores, con el forense Francisco Etxeberría a la cabeza, diseñó una hoja de ruta para continuar con la búsqueda.
El lugar en el que se decidió actuar inicialmente fue en la cripta, donde hay una treintena de nichos, y cuyo acondicionamiento había permitido la instalación de un laboratorio para poder analizar ‘in situ’ los huesos encontrados. Ataviados con monos blancos y un silencio sobrecogedor, los expertos comenzaron el sábado las labores de búsqueda de esta segunda fase.
Previamente, los pasados 17 y 18 de enero, se había realizado un nuevo estudio tecnológico. Los trabajos efectuados por la empresa Falcon High Tech consistieron en «una prospección geofísica mediante georadar (GPR) y antena de alta resolución de 400 Mhz en el suelo del habitáculo y termografía infrarroja (TIR) y fotografía infrarroja (IR) en los paramentos verticales y horizontales», según explicó el viernes el Área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid.
En este análisis se detectaron entre cuatro y ocho nuevos enterramientos en el suelo. También se fotografiaron con espectro infrarrojo todos los dibujos e inscripciones de las paredes de la cripta.
La hipótesis con la que se trabajaba es que el escritor fue enterrado inicialmente en una tumba y que después, en una de las reformas de la iglesia, habría sido trasladado a uno de los nichos de la pared, donde presuntamente ha sido encontrado.
En estos dos días de trabajo que comenzaron el sábado, y que en un principio se había previsto que duraran 10 días, se han realizado inspecciones por endoscopia en los enterramientos, practicando perforaciones de unos 20 mm de diámetro. Si se consideraba necesario, como en este caso, se procedía a extraer los restos óseos para examinar cuestiones relativas al perfil antropológico de los restos (morfología, edad, estatura…).
Aún no han trascendido los detalles del hallazgo en el interior de la caja de madera desportillada, pero es probable que los investigadores a estas alturas hayan podido detectar en esos huesos algunos de los rasgos característicos del autor alcalaíno: su mano izquierda estaba inutilizada (aunque no era manco) y tenía tres disparos de arcabuz en el pecho tras su participación en la Batalla de Lepanto.
El Ayuntamiento de Madrid ha subvencionado la prospección en el Convento de las Trinitarias para localizar los restos de Cervantes, que en conjunto ha costado unos 62.000 euros. Se trata de una inversión mínima si se tiene en cuenta la repercusión económica que se espera que tenga el hallazgo, de confirmarse finalmente: sólo el anuncio de la búsqueda supuso un impacto mediático de 16 millones de euros.
(RD/Agencias)