Escuchemos la Palabra, sepamos leer los signos de los tiempos, estemos atentos a las sugerencias del Espíritu, obedezcamos a la llamada que recibimos en el corazón y la travesía de la vida estará colmada de sentido, de paz, y de fecundidad
(Ángel Moreno, de Buenafuente).- Hoy se nos presentan tres ejemplos, que se convierten en referencia a la hora de avanzar por el camino del seguimiento de Jesús. La enseñanza que se desprende de los textos litúrgicos de este domingo nos invita a la escucha del mensaje, de la instrucción y a la obediencia.
Desde antiguo el Señor suscitó profetas para que su pueblo anduviese por el camino recto. Así nos lo refiere el texto del Antiguo Testamento: «Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande» (Dt 18, 18).
Ante las palabras de sabiduría que escuchamos en las Sagradas Escrituras, pero también ante las mociones interiores y ante los acontecimientos providenciales que nos sorprenden cada día, el salmista nos llama la atención, por si nuestro corazón permanece insensible y endurecido. «Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto» (Sal 94).
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