"¡Qué bueno fue irme saliendo de esa cadena de plomo y descubrir que el "pecado" no es ni puede ser una ofensa a Dios!"
(Jairo del Agua).-Me contaron que un profesor de mi juventud murió en «olor de santidad». Y como botón de muestra me expusieron que, en sus últimos días, pedía la presencia de su confesor continuamente.
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