¡Qué peligroso nuestro acostumbramiento, ante el largo etcétera de impotencias!
(CEG).-Nos inspiramos en la palabra de San Pablo a los Gálatas (Cfr Gal 5,6) para subrayar la importancia de la fe que se muestra en la caridad. 1. Del 9 al 13 de Febrero, los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala nos hemos reunido para celebrar nuestra asamblea anual. Hemos acogido con alegría al nuevo hermano en el episcopado, Mons. Carlos Enrique Trinidad Gómez, en cuya ordenación episcopal participamos compartiendo la alegría y esperanza del pueblo marquense.
Recibimos también con gozo la noticia de la declaración del martirio de monseñor Oscar Arnulfo Romero, que abre paso a su próxima beatificación. En el año de la vida consagrada nos congratulamos con todos sus miembros en Guatemala.
2. Queremos reafirmar nuestro compromiso en el acompañamiento que estamos llamados a prestar a nuestras Iglesias, al estilo que nos recuerda el Papa Francisco: yendo delante para indicar el camino; en medio, como caminantes que comparten las
mismas alegrías, preocupaciones y esperanzas; y detrás, para seguir al pueblo, reconociendo el olfato que tiene para abrir nuevos caminos de vida y esperanza.
Problemas sociales y ética social
3. Desde esta búsqueda queremos compartir nuestras
inquietudes sobre las preocupantes situaciones de nuestro país,
animando a todos a buscar los mejores caminos para solucionar los
problemas que soportamos y que hacen tan difícil nuestra convivencia.
A partir de nuestra reflexión compartida queremos animar a todos a
poner lo mejor de nosotros mismos para lograr una auténtica
conversión moral y queremos comprometernos a poner nuestros
esfuerzos y acciones en ese camino. A la vista de los problemas sociales que nos afectan, desalientan y hasta nos deprimen, creemos
que el fondo de todos nuestros males está en una política sin moral
que ignora la ética social que, en clave cristiana, se entiende desde «la
caridad, comprendida como el criterio supremo y universal de toda
ética social» (CDS 204). Estamos en un momento en que «la ética
suele ser mirada con un desprecio burlón. Se la considera
contraproducente por demasiado humana, puesto que relativiza el
dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la
manipulación y la degradación de la persona» (EG 57).
4. Frente a este panorama que describe lo que nos pasa en
nuestra vida personal de fe y en la vida de nuestras comunidades, nos
decimos con el Papa: «¡Qué peligroso y qué dañino es este
acostumbramiento, que nos lleva a perder el asombro, la cautivación y
el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!» (EG
179). Denunciamos la inmensa cantidad de problemas que nos afligen
y aprisionan: la corrupción generalizada, la violencia desenfrenada, la
baja calidad de la educación, la crisis en el sistema de salud, la lenta
administración de justicia, la política partidista que ve más los
intereses particulares que el interés general, la dificultad para generar
empleos, el drama de la migración que sustenta a la vez que
resquebraja familias y un larguísimo etcétera, de impotencia. Nos va
haciendo sucumbir incluso en una especie de fatalismo y de derrota…
¡Qué peligroso sería que de ahí cayéramos en un conformismo
perezoso y pasivo!
La gracia de la fe, estímulo de la esperanza
5. En un contexto global de secularización en el mundo, es
admirable y nos anima mucho como pastores, el hondo sentido
religioso de la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas.
Agradecemos a Dios la siembra de su presencia y llamado en los
corazones de hombres y mujeres, adultos y jóvenes, adolescentes y
niños, de estas benditas tierras de Guatemala. Es así especialmente
cuando la confesión de ese Dios toma carne y se nos hace presente
en la confesión de Jesucristo. Jesús es cercano a la vivencia religiosa
de muchísimos guatemaltecos y es fuente de sentido, de esperanza y de consuelo en nuestra existencia concreta como personas y como
pueblo.
Desde la alegría y la preocupación, preguntas que nos abren
horizontes
6. La sincera convicción que nos alegra y anima, se nos
convierte en preocupación e inquietud. Nos preguntamos: ¿Cómo es
posible que esta fe en Jesús no nos lleve a compromisos prácticos
para conseguir una vida digna y plena para todos y cada uno de los
guatemaltecos? ¿Por qué nuestra fe cristiana tiene tan poca incidencia
en el cambio social, en el que prácticamente es irrelevante? Tenemos
que suscitar y acompañar procesos de crecimiento en la fe capaces de
hacer crecer esta sensibilidad social. En muchas ocasiones nos
hemos acostumbrado a entender nuestra pastoral como «una
sacramentalización sin otras formas de evangelización» (EG 63).
Necesitamos más creatividad a la hora de dar cauces concretos a la
dimensión social de la evangelización, sin la que «se desfigura el
sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora» (EG
176). Hemos recordado en estos últimos años la misión de
evangelizar, pero necesitamos subrayar que el contenido del primer
anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la
caridad. (EG 177)
7. Una fe de devociones externas puede consolarnos y no
molesta, pero no cambia nuestra realidad. Necesitamos fortalecer una
fe que nos meta en el mundo como levadura en la masa. Y «al mundo
-nos recordaba el beato Pablo VI, al final del Concilio – hay que
salvarlo desde dentro».
Despertar de una fe en estado de letargo
8. Por eso, en este momento de la Iglesia, tenemos que
agradecer al Papa Francisco que abra nuevos caminos a la Iglesia
para despertar a muchos de una fe en estado de letargo. Que se apresure nuestra salvación es un profundo deseo que todos compartimos. Que «de el Señor nos viene la salvación» es un reconocimiento de fe que hacemos muchas veces en el rezo de los salmos. Pero de ahí, si somos auténticos creyentes, no podemos decir como algunos afirman que «solo Dios puede salvar a Guatemala». Con San Agustín tenemos que decir: «Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti». Dios ha puesto el mundo y la historia en nuestras manos y no quiere prescindir de nosotros en la construcción de nuestro país conforme al proyecto del Reino anunciado y comenzado por Jesús. Por esta razón hemos querido, al término de nuestra asamblea anual de 2015, lanzar un mensaje de estímulo y esperanza. No es que desde el último comunicado los problemas sociales de Guatemala hayan desaparecido; desgraciadamente han aumentado y se hanagravado. Para nosotros la dimensión social, lejos de ser una perversión de la fe, es una dimensión integrante de la misma.
Recogiendo el pensamiento de San Juan Pablo II, el Papa Francisco
nos comparte una seria advertencia: «Ya no se puede decir que la
religión deba recluirse en el ámbito privado y que esté sólo para
preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad
de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la
plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas ‘para que las
disfrutemos (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí
que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que
pertenece al orden social y a la obtención del bien común»» (Ecclesia
in América 27) (EG 182).
La dimensión social de la fe
9. Estamos convencidos de que la fe en Dios y en Jesucristo
que inunda nuestras tierras, llegando hasta los rincones más remotos,
puede llegar a infundir en el corazón de cada creyente y en el de todas
nuestras comunidades una apuesta sincera por los más empobrecidos
y excluidos en nuestra sociedad guatemalteca.
El gran desafío de saber responder a la sed de Dios
10. Gracias a Dios y a tantos evangelizadores y testigos de la fe
que nos han precedido, especialmente a los mártires que con su
sangre regaron nuestra geografía patria, nuestro problema religioso,
hoy, no es el ateísmo; lo que a nosotros se nos plantea es «el desafío
de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para
que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo
sin carne y sin compromiso con el otro…, terminando engañados por
propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios (EG 89). Mirando el
panorama religioso de nuestro país, bien podemos decir que la religión
ha sido en Guatemala motivo de división. Y en esa situación, es preciso
descubrir que «la causa del ser humano, mirado desde Dios» es la que
nos podrá volver a abrir caminos de reconciliación y de paz. El hambre,
la violencia, el desempleo, la corrupción… no tienen denominación
religiosa. Están ahí, desafiándonos a todos por igual y de una manera
especial a quienes creemos que «El Hijo de Dios, en su encarnación,
nos invitó a la revolución de la ternura» (EG, 88).
11. Como Pastores y hermanos de todos, hemos querido
compartir estos horizontes de Evangelio para los creyentes y las
comunidades. Como decíamos al principio, lo hemos hecho desde la
confianza que nos da la apertura de todos a la acción del Espíritu
Santo. Con el salmo 4, a Él le pedimos que nuestra fe sea motivo de
unidad, que encontremos en ella la fuerza que necesitamos para
«recrear la adhesión mística de la fe, en un escenario religioso plural«
(EG 70), para «transmitir y descubrir la mística de estar juntos, de
mezclarnos, encontrarnos, tomarnos de los brazos, apoyarnos, de
participar en una marea de fraternidad» (EG 87).
12. El año que comienza nos trae la celebración de elecciones.
Frente a engaños, propaganda falsa, populismos que prometen
imposibles, queremos recordar que es el bien común de todos los
guatemaltecos el que debe guiar nuestro examen de las opciones que
se presenten así como determinar al final nuestro voto.
Un nuevo paso en la fidelidad a Jesús y a los pobres
13. Preparando y redactando este mensaje, nos hemos sentido
muy cercanos a todos y a cada uno de ustedes, a todas nuestras
comunidades, a los sacerdotes, miembros de la vida consagrada, a los
agentes pastorales, a las parroquias y a los movimientos eclesiales, a
cada uno y a cada una de los creyentes. Les hemos querido compartir
nuestra convicción de que estamos en un momento propicio para dar
un nuevo paso en nuestra fidelidad a Jesús y a los pobres, para ser
comunidades cristianas que «saben involucrarse…, que se meten, con
obras y palabras, en la vida cotidiana de los demás, achican
distancias…, y asumen la vida humana tocando la carne sufriente de
Cristo en el pueblo» (EG, 24). Con el «gusto espiritual de ser pueblo»
con ustedes, y de la mano de nuestra Madre la Virgen del Rosario, que
«da calidez de hogar a nuestra búsqueda de la justicia», oren por
nosotros y reciban nuestra bendición.
Guatemala, 13 de febrero de 2015.
+ Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la
Conferencia Episcopal de Guatemala
+ Domingo Buezo Leiva
Obispo Vicario Apostólico de Izabal
Secretario General
de la Conferencia Episcopal de Guatemala