Si hubiera existido un periódico en la época, ¿cuánto crees que habría ocupado la muerte en la cruz de Jesús? Habría aparecido en dos líneas entre cien páginas, si acaso
(Jesús Bastante).- «Sin duda alguna, en el siglo en que vivió Jesús, cambió la Humanidad«. El filólogo y escritor Antonio Piñero nos presenta la novela El trono maldito (Planeta), sobre la Palestina en tiempos de Jesús. Una novela que no pretende desmitificar nada, sino presentar de forma entretenida cómo Jesús «se entendió a sí mismo en su contexto, entre los personajes de su época».
Antonio, siempre es un placer tenerte por aquí cerca.
El placer es mío, y lo sabes de verdad: que aquí, disfruto.
En realidad, nunca estás lejos: lo digital acerca, como las cosas del corazón.
Estamos cerca tres o cuatro veces por semana, aunque no nos veamos. La cercanía del blog.
El trono maldito es tu segunda novela, que publica Planeta. A cuatro manos. ¿Qué significa esto?
Que es como una sonata a cuatro manos aunque tú, que eres novelista, dirás que es imposible. Pues se puede, si hay alguien que asuma la responsabilidad de sacrificarse por el pueblo, que en este caso es una pareja. La clave está en que yo tenía escritos aproximadamente cuatrocientos folios. Como un guión, aunque muy amplio. Una prenovela. Pero, estando ya todo escrito, me di cuenta de que no era una novela, sino un relato. Es diferente. Entonces, pragmático que soy, metí esa protonovela en un cajón, y ahí estuvo quince años.
Entonces aparecen las otras dos manos de la novela, José Luis Corral. ¿Cuándo?
Aparece dos o tres años antes de ponernos a trabajar en ella. Yo le conocía porque ya había leído alguna cosa suya: Zenobia, Numancia, Trafalgar…
…un experto en novela histórica.
Científico y, además, muy buen novelista. Desde hace dieciocho o diecinueve años José Luis Corral vende ininterrumpidamente su segunda -si no me equivoco- novela, que se llama El Cid. Desmitificadora y sabia. Le han liquidado setecientos cincuenta mil ejemplares.
Qué envidia.
Es un hombre portentoso. Éramos amigos, yo le había ayudado en otras cosas, habíamos hablado mucho de Jesús. Le envié esto y le pedí que le echase la ojeada de experto. En veinte días me contestó diciendo que ahí había materia para un novelón. Al cabo de una semana, ya teníamos el contrato.
¿Fuisteis a Planeta u os vinieron a buscar?
Hombre, él es muy conocido. Lo bueno de Planeta es que apostó por la novela sin leer una sola línea: con nuestros dos nombres y el título nos respondió con el contrato y un adelanto.
Doy fe de que no se equivocaron con esa confianza. ¿Qué es El trono maldito?
Es intentar presentar a la gente de nuestros días las figuras de Juan Bautista y Jesús en todo su entorno. Metidos dentro del Israel del Siglo I. En las homilías sólo se entiende a Jesús en el aspecto religioso, pero era de carne y hueso, tenía un contexto.
Sus parábolas, sus mensajes…formaban parte de su forma de relacionarse con el mundo que vivió.
Estamos en el Mediterráneo Oriental. Él es un judío del Israel del Siglo I, en uno de esos años axiales, eje, en los que realmente cambia la Humanidad. Con las guerras judías y todo lo que ocurre en Israel, se forma un magma de que nace, por un lado, el judaísmo moderno y, por otro, el cristianismo de hoy, que en un 99% es jesusino-paulino. Y también nace, en el fondo, el islam. No es una locura: cuando en el siglo VII Mahoma empieza a predicar a sus colegas árabes, Jesús es el gran profeta que utiliza. En el fondo, si viéramos desde una máquina del tiempo cómo predicaba Mahoma, nos daríamos cuenta de que estaba predicando una especie de judaísmo.
Esa es una novela que desde España no se ha hecho: la de la vida de Mahoma en su contexto.
Pero cuenta con que, como la hagas histórica, puede que te juegues el cuello, porque ahora las modernas tendencias historiográficas, a propósito del Corán, son bastante duras para los fanáticos. No para los islámicos normales, que son la inmensa mayoría. ¡Si el ejército del Estado Islámico son sólo treinta mil! Contra el resto de millones y millones de musulmanes.
Pero nos tienen aterrorizados.
Claro. Es difícil. Pero, con la inmensa mayoría, se puede hablar.
Volviendo a Mahoma, parte del éxito de su predicación fue ése: que no era una historia completamente nueva, sino que sonaba. Recogía las bondades del judaísmo, del resto de religiones…
Y de un cristianismo probablemente judeocristiano y de un Jesús que, aunque hoy es apócrifo, antes tenía toda su importancia y se acerca, hasta cierto punto, al oficial.
¡Qué gran libro, siempre lo recuerdo, el de tus traducciones de los Evangelios apócrifos! Absolutamente fantásticas.
Dar a la gente todos los Evangelios le da la posibilidad de tener más de ochenta fuentes antes los ojos y hacer con ellas lo que les parezca bien.
Vamos al trono. La novela arranca con la muerte de Herodes. ¿Por qué?
Porque es una trilogía: Herodes, Jesús y la última novela, dentro de unos años, sería -es la idea- sobre los orígenes, con Pablo como figura.
Con ese entorno, ¿El trono maldito es una historia de luchas de poder?
Totalmente. Porque en el Siglo I, en Palestina, tenemos grandes dominadores: Augusto y, más tarde, Tiberio.
Pero era el territorio donde probablemente menor control real tenía el Imperio Romano sobre la vida y las costumbres de las gentes…
Habría que matizarlo. Desde luego, en Britania tenía poco control (sería luego, con Claudio y Adriano) pero Palestina era un hervidero. El Imperio Romano, en líneas generales, hacía como el Persa: con tal de que me pagues y aceptes mi orden, te dejo.
Sí, pero teniendo en cuenta eso, y por la fuerza de la religión, probablemente esa era la zona menos controlada.
No. Estaba bastante controlada a distancia, porque había tres legiones en Siria haciendo de colchón romano contra otros imperios que empujaban por esas zonas para llegar al Mediterráneo, como había querido el Imperio Persa. Entonces, Israel era importantísimo. La respuesta a la primera gran guerra judía, por parte de la Roma de Nerón, fue terrible. Aplastó todo aquello. Destruyó el templo. Precisamente para que hubiera un control mucho más fuerte. Prescindieron en ese momento de tanta concesión a los judíos. Iban a controlar el territorio militarmente. Pues bien, en esa atmósfera nace Jesús y predica Juan. Es un personaje importante porque probablemente fue su mentor, Juan Bautista. Para comprender al personaje hay que meterle todo, como tú has dicho: su época, su maestro, su compañía. No es Jesús solo el protagonista de la novela.
Porque realmente, en esos años, la importancia de Jesús no fue enorme…
Claro. Qué se iba a saber de Jesús si estaba en esa provincia pequeñísima. Aunque de importancia estratégica, ni económica ni políticamente destacaba. Si hubiera existido un periódico en la época, ¿cuánto crees que habría ocupado la muerte en la cruz de Jesús? Habría aparecido en dos líneas entre cien páginas, si acaso. Era un rabino… En esto insiste mucho Rius-Camps: fue un rabino fracasado que después fue acusado de sedición. Su muerte no fue nada para un imperio. Hay que entender esa faceta de Jesús, que explica también su aspecto religioso, y creo que es más fácil si se construye una novela en la que la acción fluye -dura años, aparecen los personajes-, enhebrando historias. Hay, por cierto, tres de amor.
Cuéntanos un poco de ellas, sin destriparlas.
Las mujeres siempre han estado entre bambalinas, pero en el contexto de Jesús mandaban mucho más de lo que pueda parecer. Recuerda a Livia, la mujer de Augusto, que manejaba las cosas silenciosamente. Con Tiberio y Calígula menos, pero con Claudio pasó lo mismo. Aquí, con el primer sucesor en Judea de Herodes el Grande, y con el tetrarca de Galilea, se percibe en la novela que son reyes controlados de alguna manera por una mujer. Augusto por Livia, Arquelao, al final de su vida, por Glacía, su cuñada; Herodes por a famosísima Herodías. Estas dos ultimas son las historias de amor, junto a la historia metafórica -pues no tenemos el nombre- del jefe de policía de este otro Herodes, que luego colabora con Poncio Pilato y va a la caza y captura de Juan Bautista, y una judía con la que se casa. La novela termina con esta bella historia; con la imagen de una mujer tremendamente enamorada de su marido, que es griego y al mismo tiempo seguidor de Jesús, que equivale al enfrentamiento de civilizaciones que va a hacer surgir el cristianismo.
Todas las historias de amor, a lo largo de la Historia, tienen esa parte de conflicto irresoluble, el fatalismo de tener que elegir entre lo que se siente y lo conveniente. Casi siempre acaban de una manera trágica…
Ésta también, pero el final de Herodías es tan noble que se corresponde a un esquema literario de la antigüedad que es el de que la muerte es una forma de victoria; una nobleza que borra. Esto de la muerte es importante: si por ejemplo interpretas la de Judas, cuando él se suicida, realmente a los ojos de la antigüedad ese hombre se ennobleció: borró cualquier tipo de pecado. Así lo miran los antiguos, pero no el cristianismo posterior. Según la mentalidad del mundo antiguo, se le podría llamar San Judas Iscariote, porque con el autosacrificio se purificó.
Aunque en los apócrifos aparece en el infierno.
Incluso en el Evangelio de Judas, tampoco se salva, a pesar de recibir revelaciones.
Volviendo al tema, si a ti que eres novelista se te ocurriera escribir una larga novela sólo de Jesucristo, harías un rollo impresionante.
¿Muy catequética?
Demasiado religiosa. Creo que esa novela no duraría ni dos días. Pero aquí Jesús aparece en su contexto.
Se habrán tranquilizado nuestros lectores con que ninguna de esas historias de amor las protagonice Jesús…
Esta novela es fundamentalmente histórica y jamás hemos querido dar ni un poquito de leña al fuego estúpido ese de Jesús y María Magdalena. ¡No sabemos nada! Nadie puede decir más que, en apariencia, en la época del ministerio de Jesús estaba solo. ¿Antes estuvo casado, viudo, soltero? Por ejemplo Jeremías, un gran ídolo de las masas en el siglo I, era soltero. Los profetas eran considerados gente grande, que dominaba el estudio de las escrituras, y muchos de ellos eran solteros.
¿Cuál es el trono? ¿Por qué está maldito?
Como he dicho, es el trono de Herodes el Grande, el de la matanza de los inocentes. Está maldito porque todos sus sucesores -Filipo de Cesarea, las tetrarquías de regiones menos conocidas…- se pasan todos los años de su vida persiguiendo ser aquella persona que se siente en el trono de Israel y tiene el mismo poderío que su padre. Y está maldito porque no lo consigue ninguno. Eso es histórico… ¿Sabes quién lo consigue? Herodes Agripa I, el que aparece en los Hechos de los Apóstoles. Es el personaje que le dice a Pablo que vaya poder de convicción que tiene, que a punto está de hacerse cristiano él mismo, el propio Herodes.
¿Los judíos de la novela son realmente el Pueblo Elegido o se desmitifica esa preferencia? ¿Es real, es supuesta?
Una cosa es lo que ellos piensen de sí mismos y su teología y otra cosa es lo que pueda pensar un historiador, que dirá que si Dios es por esencia universalista, cómo va a tener un pueblo elegido. Lo que constituye que gentes tan distintas y distantes mentalmente como son un saduceo (que no cree en la resurrección a un mundo futuro) y un fariseo (que cree en el Juicio Final y todo eso) sea israelitas, es que ambos se sienten el Pueblo Elegido, hijos naturales de Abraham. El pueblo con el que Dios, de una manera misteriosa, ha hecho una alianza. Y les ha dado unas normas -la Ley- para que se mantengan dentro de ella.
¿Rompe esto con alguna teoría?
No, a ver si no nos malentendemos: ciertamente yo quiero decir que el Pueblo de Israel se constituye como israelí hasta hoy día por esa sensación de ser el predilecto. Eso yo no lo desmitifico en la novela.
Perfecto, pero yo me refería a después: cuando llega el mensaje del Evangelio porque el cristianismo se va expandiendo, de algún modo el pueblo judío -hasta el día de hoy- continúa siendo tratado -por la comunidad internacional, me atrevería a decir- como casi elegido.
¿Crees que da esa sensación? ¿La comunidad internacional trata ahora a Israel como si continuara siendo el Pueblo Elegido? Puede que se le trate como un pueblo imponente, porque el hambre aguza el ingenio y a lo largo de los siglos ha sido perseguido. Tienen una capacidad impresionante, pero eso no significa lo que tú estás diciendo. No lo creo. Pero, en el tema del mundo moderno que tú has planteado, es importante eso de si esta novela es desmitificadora o no. Yo creo que no, que no hemos pretendido nada de eso. Lo mismo que un filólogo estudia un texto limpiándolo, traduciéndolo, editándolo hasta descubrir cómo el primer lector de un texto de hace dos mil años lo entendió, nosotros también acabamos ahí la función: no hemos aplicado ese conocimiento a la actualidad -eso lo hace el teólogo- sino que presentamos cómo Jesús se entendió a sí mismo y cómo los judíos lo vieron como una luz positiva. Se centra en el Jesús histórico, base de por qué luego se idealiza, interpreta y diviniza a lo largo del cristianismo, empezando por Pablo.
Durante buena parte de tu trabajo, a lo largo de los años, Jesús ha sido una figura muy relevante.
Directa o indirectamente, siempre trata sobre él, pero no me atrevo a escribir la obra suya. Me falta mucho. Tendría que estudiar mucho más para poder escribir ahora mismo una obra grande sobre Jesús.
En realidad, en las fuentes tampoco hay tanto.
Sí, porque no debió de ser tan relevante en su propia época, pero sí como para que al menos cuatro personajes le intentaran hacer una biografía. Y con problemas de interpretación entre sí, porque en algunos aspectos son contradictorios. Pablo también lo reinterpretó y, a través de él, mucha gente repensó a Jesús. El Jesús histórico, sin embargo, se está escribiendo tanto y tan bien en la contemporaneidad que yo me he ocupado de otras cosas, como por ejemplo editar textos antiguos (los apócrifos del Antiguo Testamento, los textos copto-gnósticos, los Hechos apócrifos de los Apóstoles, que ahora tengo que terminar con Gonzalo del Cerro…). De alguna manera, por eso, no había dedicado tanto a la figura de Jesús directamente. Sobre todo desde que los judíos obligaron a los cristianos a considerar a Jesús estrictamente judío, se ha escrito mucho sobre el Jesús histórico: el cristianismo nace después de su muerte, por lo tanto, es otro fenómeno.
Era Jesús, tal vez, tu trono maldito; tu tarea inacabada.
Espero escribirlo algún día. Pero el trono me ha dejado contento, porque creo que le presenta. Además, es una novela: no es aburrida.
No la he terminado, pero doy fe de que no es nada aburrida.
Porque tú tienes cien frentes abiertos además de la lectura.
José Luis Corral y Antonio Piñero, El trono maldito. Una maravillosa novela escrita a cuatro manos y editada por Planeta. No se la pierdan. Son 570 páginas muy intensas en las que hay mucha verdad y nobleza. Hay buena literatura, y pasión, y traiciones, y violencia, y un poco de sexo… ¡Hay vida! Y teología.
Estoy muy agradecido a Religión Digital porque esto es impagable para dar a conocer una obra.
Gracias a ti, porque la primera labor siempre es escribir. Tienes muchas cosas que decir, afortunadamente, y esperamos seguir contando con ellas, sean cuentos o tratados…
Estoy todo el día trabajando. Uno me definía como un monje, porque siempre estoy ahí metido aunque no soy célibe. Mi mujer también cabe en la cueva.
Cada uno tiene los pecados que puede y guarda los votos que estima convenientes.
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