El libro presenta una bella postal de la vida religiosa y su desarrollo en lo cotidiano y en lo sencillo de cada día, o en las lejanas tierras donde están los pobres; en el silencio del monasterio contemplativo o en la catequesis de nuestras iglesias
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(Jesús Bastante).- «Da la sensación de que, como tenemos muchos problemas, no hemos hecho nada. Y no es verdad. Aunque a veces cunda el desánimo, hemos hecho mucho. Estamos infinitamente mejor que hace 50 años«. Joxe Mari Arregi es rector del santuario de Arantzazu, y coordinador de «Una historia de Amor. Seguir a la Iglesia en la Vida Consagrada hoy«, un proyecto elaborado por Verbo Divino y que ayer se presentó en el Centro LaSalle de Marqués de Mondéjar, en torno a un café-coloquio, con representantes de una veintena de congregaciones religiosas.
En pleno Año de la Vida Consagrada, y cuando la crisis vocacional -numérica- parece irreversible, los religiosos y religiosas de nuestro país se muestran como son: hombres y mujeres que gozan del don de su vocación, y que quieren compartirlo con el mundo. Aunque en ocasiones se encuentren con dificultades, propias y ajenas. «Somos bastante invisibles, porque la gente no nos conoce, ni cuál es nuestra propuesta«, avanzó Carme Soto, sierva de San José, y otra de las autoras del volumen, en el que escriben, entre otros, José Cristo Rey, Rodríguez Carballo, Felicísimo Martínez, José María Arnaiz, Patricia Noya o Heinz Kulüke.
Para la religiosa, «hemos de repensar el modo de liderazgo de la vida religiosa, y hacer una memoria activa e inclusiva del Reino, traspasando fronteras como hizo Jesús en su tiempo». También, en lo tocante al compromiso de vida. «Que sigamos siempre insatisfechos en la búsqueda de ser seguidores, y seguidoras de Jesús, y ver el celibato o la castidad no como una renuncia, sino como una posibilidad«.
Por su parte, Arregi subrayó cómo «no importa tanto que seamos muchos o pocos, sino la calidad de lo que somos», y lo que «arriesgamos en busca de este Amor (con mayúsculas) que da título al libro, especialmente en lo tocante a la vida comunitaria y a la relación con la autoridad».
Para el claretiano José Cristo Rey, es preciso «un nuevo paradigma de misión» que pase por dar la primacía al Espíritu. «Participar en la inquietud de Dios, que no se queda quieto, y ser siervos colaboradores del Espíritu». En su opinión, «hemos sido muy cristocéntricos, pero creo que el Espíritu rebasa las normas».
Por su parte, José María Arnaiz, marianista, insistió en la necesidad de «llegar a una comunidad personalizadora, y a personas comunitarias«, dando paso a un tiempo de debate abierto en el que los invitados plantearon algunas dudas, algunos desafíos, de presente y futuro para la vida consagrada. Desde la denuncia contra los que viven la congregación como «un club de fans«, obsesionados por conocer la vida de su fundador/a hasta los últimos detalles en lugar de plasmar el carisma en la sociedad actual; hasta la necesidad de replantear las estructuras.
«Identidad vs marca propia» fue otro de los retos planteados en un encuentro que dejó claro que las congregaciones con futuro serán las que, por un lado, empalmen con el espíritu del fundador y, por el otro, no pierdan de vista las necesidades del hoy. «Es la hora de todos, es el momento de ilusionarse», concluyeron, volviendo la mirada a la oportunidad que nos brinda el Papado de un hombre como Francisco.
Finalmente, el editor de Verbo Divino, Elías Pérez, incidió en que el libro que servía de oportunidad para el debate «presenta una bella postal de la vida religiosa y su desarrollo en lo cotidiano y en lo sencillo de cada día, o en las lejanas tierras donde están los pobres; en el silencio del monasterio contemplativo o en la catequesis y predicación de nuestras iglesias; en los santuarios donde nuestra gente busca sosiego o en medio de las barriadas obreras; en las aulas y patios donde corretean nuestros muchachos o en los hospitales y clínicas donde los hombres y mujeres necesitan cuidados; en las comunidades con gran atractivo y fuerza joven o en las enfermerías de nuestros conventos… ahí es donde se va tejiendo y relatando esta historia de amor».
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