En los últimos años, el clero de Santiago ha experimentado un paulatino proceso de autocensura y silenciamiento público, prueba de ello es que las opiniones en temas contingentes son expresadas casi exclusivamente por el arzobispo
(M. A. Velásquez, en RyL).- La decisión del arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello, de no renovar la misión canónica a Jorge Costadoat SJ para enseñar en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ha causado impacto eclesial y social, no sólo en Chile sino en vastos lugares del mundo, precisamente por la gran reputación del teólogo jesuita.
Las causas esgrimidas por el arzobispo no son claras ni suficientes para explicar una medida tan drástica. Por ello, recientemente, el cardenal Ezzati hizo algunas precisiones para justificar su decisión, donde recordó que «yo le conseguí la facultad de enseñar al padre Costadoat». Luego indicó algunas razones en la que sustentó su decisión, señalando que la trayectoria de Costadoat «registra afirmaciones poco prudentes» que «desdibujan la enseñanza magisterial de la Iglesia en diversos puntos centrales de la misma». En esa materia fue más allá, y acusó al padre Costadoat en el sentido que «no está jugando en comunión con el equipo».
En medio de una avalancha de críticas y justificaciones, la verdad no logra resplandecer, subsistiendo esa opacidad que oscurece el bien que siempre debe regir el quehacer de la Iglesia. Entonces, bien vale un esfuerzo para desentrañar las motivaciones que subyacen a la decisión de impedir a un gran teólogo que pueda enseñar en la PUC de Chile. Y como la verdad radica en la conciencia del cardenal Ezzati, y ésta no ha sido revelada debidamente, es válido hacer una prospección analítica fundada para ahondar en las razones que puedan explicar tal decisión. Sólo cabe hacerlo con ánimo constructivo, con honestidad, con libertad, con respeto y, a la vez, con firmeza.
Hay evidencia creciente que en la Iglesia se ha instalado la cultura del miedo. Una realidad que experimentan de manera más aguda quienes han sido ungidos con el sacramento del orden o quienes cuyo vínculo con la Iglesia queda subordinado al voto de obediencia. En este ámbito, el Código de Derecho Canónico, a veces, se usa indebidamente como un medio de coerción que condiciona la libertad individual y que inhibe la expresión libre del clero y de la vida religiosa. Así, el miedo inhibe el carisma profético en la Iglesia; cuestión que se ha hecho evidente.
Cuando el miedo se instala, los transgresores son amedrentados, recurso que opera como una señal poderosa para todos los ministros, religiosos y religiosas. En esta perspectiva, se comprende la sanción contra Jorge Costadoat, así como aquella investigación canónica contra José Aldunate SJ, Mariano Puga y Felipe Berríos SJ.
Formación del clero
La Facultad de Teología de la PUC tiene una función eclesial determinante, en cuanto forma a los futuros sacerdotes de la Iglesia de Santiago y de otras diócesis. Dicha facultad tiene en su historia el mérito de haber formado a grandes sacerdotes, religiosos y religiosas, teólogos y teólogas, con una vocación de servicio pastoral, social y moral innegable. La libertad teológica es una condición básica de la enseñanza, que garantiza la formación de hombres y mujeres con espíritu libre e intrépido, condición fundamental para enfrentar los desafíos del presente y del futuro que interpelan a la Iglesia. Si la libertad teológica provee libertad de espíritu, esa virtud complica a aquellos obispos que se empeñan por tener un clero sumiso e incondicional.
En los últimos años, el clero de Santiago ha experimentado un paulatino proceso de autocensura y silenciamiento público, prueba de ello es que las opiniones en temas contingentes son expresadas casi exclusivamente por el arzobispo. La excepción son sacerdotes como José Aldunate SJ, Mariano Puga, Felipe Berríos SJ y Jorge Costadoat SJ, quienes por sus opiniones han quedado expuestos a la censura eclesial.
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