Un tema que no se mueve mucho porque no es una cuestión de poder, sino de servicio. Y la mujer sigue siendo en la Iglesia servicial, sin crear mayores problemas
(Carmen Bellver).- ¿Qué dicen los expertos?. ¿Qué dicen los evangelios?. ¿Es posible con la escasez que hay de sacerdotes presentar la figura de la diaconisa sin prejuicios sexistas?. Lo digo porque la mujer sigue estando en la Iglesia en primera línea y le hace falta un paso más.
La vocación al diaconado no sólo debe pertenecer al ámbito masculino. Naturalmente, el sacerdocio ocupa la siguiente opción, pero a mucha distancia. Ya que las puertas se cerraron con San Juan Pablo II, aunque se siga debatiendo a nivel teológico su casuística. Y no todo el mundo lo considere un tema cerrado.
Sin embargo, el diaconado forma parte de una servicio a la Iglesia que aliviaría en muchas parroquias a sus sacerdotes de obligaciones que bien puede llevar a cabo el diácono. Y le daría a la mujer la posibilidad de no quedarse en mera sacristana, de manifestar su entrega a Dios en un apartado que en los primeros tiempos del cristianismo pareció estar al alcance de la mujer. En obediencia al obispo y a su servicio permanente.
Según el catecismo de la Iglesia. Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (cf LG 29; SC 35, 4; AG 16).
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