"La diferencia está entre darlo todo o darlo casi todo"
(Lucía L. Alonso).-Ayer por la tarde tuvo lugar, en la sede de la Editorial San Pablo en Madrid, la presentación del libro Por mí y por el Evangelio, de Luis Esteban Larra. A la cita acudió Religión Digital y un numeroso público que llenó el salón de actos.
Con motivo de este año 2015, dedicado por el Papa Francisco a la Vida Consagrada, la editorial paulina encargó este libro a Luis Esteban, periodista y también religioso, que con este conjunto de 23 entrevistas a religiosos españoles publica su cuarto trabajo de conversaciones.
En la mesa le acompañaron la también periodista de la Cope Cristina López Schlichting y el que empezó siendo el obispo auxiliar del cardenal Rouco y es hoy cardenal, presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, así como Juan Antonio Carrera, director general de San Pablo, que hizo las presentaciones.
Las damas sin miedo primero, la palabra comenzó siendo de Cristina López, que quiso destacar en su intervención su profunda admiración a todos los religiosos que ha conocido en su vida, desde su formación en la escuela católica a sus viajes de corresponsal para ABC, El Mundo o La Razón, cuando no dudaba en contactar con los misioneros – «siempre los había» – del lugar si el destino le parecía lejano y peligroso. Porque el testimonio del misionero siempre le ha demostrado a cualquier reportero que la fe es la que le da seguridad ante la muerte, la violencia, la pobreza, la lengua ajena, así como la que le hace acoger la castidad con obediencia.
Dijo Cristina que el libro, que expone las experiencias de tantos religiosos que han pasado su vida en las coordenadas de lo socialmente difícil, junto a «los arrojados», es un magnífico homenaje a la entrega de la vida consagrada: «la diferencia está entre darlo todo o darlo casi todo». Quizá por eso se lee en la Biblia que a los tibios los vomita Dios; porque quien se desempeña en la vida consagrada entiende «que va mucho de estar a estar», como escribió Santa Teresa en Las Moradas. Que el hospital de campaña no se puede desmontar mientras haya necesidad y periferias.
A fuerza de secularización, la vida consagrada corre peligro porque las vocaciones van caducando y la misión de la espiritualidad debe ser ahora compartida con lo laico, como apuntan las respuestas de una de las entrevisadas por Larra, la religiosa -de vocación de colegio- Dolores Aleixandre, bloguera de Religión Digital. Sin embargo, el autor quiso subrayar con su intervención que la vida consagrada no tiene por qué desaparecer: si otra de las protagonistas de las entrevistas se hizo carmelita después de leer El libro de la vida de Santa Teresa, y aquella sintió la llamada en una discoteca, es porque todavía Dios se busca las mañas para que las almas se entiendan a sí mismas («evangelizando de rodillas», en palabras de Pilar Avellaneda que refieren la vida contemplativa) y conozcan sus caminos (aquellos comprometidos con la atención a la sociedad). Scivias.
Don Ricardo Blázquez, por último, confesó con orgullo conocer a casi todos los autores de los tan emotivos testimonios que recoge el libro. Y aunque recurrió a esas expresiones de engobe con que las homilías se distancian de la vida real («tribulaciones», «luces en la noche», «nuevo amanecer»), el contenido de su reflexión fue tan moderno como el reciclaje: «La Iglesia puede ser un residuo en vez de un resto después de superar esta travesía pascual«.
Puede que fuese la confianza en el método de la cruz, que el catolicismo siempre ha practicado, lo que hizo que todos los ponentes abordaran estos tiempos de escasez de vida consagrada con tanto optimismo. O puede que fuera que todos conocían los testimonios de felicidad de los religiosos entrevistados en Por mí y por el Evangelio.
Porque no da lo mismo estar «en la ronda del Castillo» a dentro de él, porque no es lo mismo dar todo que dar casi todo, quienes se han abierto por completo a la vida consagrada merecen celebrar la autenticidad de su fuerza interior y el coraje de su elección.