Josep Miquel Bausset

D. Vicente Garrido Pastor

Fundador del Instituto Secular Obreras de la Cruz

D. Vicente Garrido Pastor
Josep Miquel Bausset

Sacerdote discreto, sencillo, humilde, prudente y lleno de bondad, de trato amable, que vivió con pasión su amor a Cristo

(Josep M. Bausset).- El 16 de abril se cumplieron 40 años de la muerte del presbítero valenciano D. Vicente Garrido Pastor, calificado por el sacerdote D. Miguel Payá, como «un maestro espiritual y un presbítero diocesano que ocupó un lugar de primer orden en la vida de la Iglesia particular de València, en toda la parte central del siglo XX «.

La actividad apostólica de D. Vicente Garrido fue muy extensa: coadjutor, maestro espiritual jóvenes universitarios, consiliario fundador de la Juventud Femenina Valenciana de Acción Católica, formador de seminaristas, profesor de filosofía y de teología moral, impulsor de asociaciones de sacerdotes, agente del movimiento litúrgico, promotor del laicado (de una manera especial de las mujeres) evangelizador de los alejados, profesor del Instituto San Vicente Ferrer de València, apóstol de las clases más humildes y fundador del Instituto Secular Obreras de la Cruz. D. Vicente Garrido fue sobre todo, como lo ha definido D. Miguel Payá, «un gran maestro de vida espiritual».

Su libro, «La vida del Espíritu», de 1931, de alguna manera sintetiza su espiritualidad, centrada en las tres constantes que marcaron su vida y su actividad pastoral: el cristocentrismo, la mística de la Cruz y la devoción a la Eucaristía. Fueron estos tres ejes los que constituyeron la base de la doctrina espiritual de D. Vicente Garrido, y que fueron faro y guía que iluminaron su amplia labor como director espiritual, confesor y sobre todo fundador del Instituto Secular Obreras de la Cruz.

El 13 de junio de 1934 se constituyó en València la Sociedad Amor Cristiano (SAC), embrión de lo que unos años después seria el Instituto Secular Obreras de la Cruz. Con esta obra (una forma de vida consagrada en el mundo, aprobada el 1940 por el arzobispo de València con el nombre de «Pía Unión Sociedad Amor Cristiano») D. Vicente Garrido se avanzó a la «Provida Mater Ecclesia» de Pío XII. Esta Pía Unión fue aprobada como Instituto Secular Obreras de la Cruz, de derecho diocesano, el 21 de octubre de1964, y posteriormente, el 12 de junio de 1971, la Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares la declaró de Derecho Pontificio, otorgándole el «Decretum Laudis».

Influenciado por las santas Teresa de Jesús y Teresa de Lisieux y por los santos, Juan de Ávila y Juan de la Cruz, la espiritualidad de D. Vicente Garrido estuvo marcada también por los aires renovadores del movimiento litúrgico que habían surgido en las abadías benedictinas europeas. Por eso su espiritualidad fue eminentemente cristocéntrica.

D. Vicente Garrido, como dice el sacerdote Miguel Payá, fue «un hombre silencioso, siempre dispuesto a escucha, fino observador de la realidad». Todo su pensamiento espiritual nacía de una convicción fundamental: todos estamos llamados a la santidad en virtud del bautismo. Y por eso su preocupación fue la descristianización de les clases más humildes. El objetivo de D. Vicente fue proponer a todo el Pueblo de Dios el ideal de una auténtica vida cristiana. Y para conseguir esto, necesitaba un medio. De aquí la fundación del Instituto Secular Obreras de la Cruz, un grupo de mujeres, que en medio del mundo, y bien preparadas, lo ayudaran a hacer realidad el apostolado en el mundo obrero. Con las Obreras, D. Vicente Garrido ofrecía a la Iglesia su obra, para afrontar los nuevos desafíos de la sociedad y así ensanchar el Reino de Dios. Por eso la labor evangelizadora que las Obreras de la Cruz llevarían a cabo, se concretaba en la dignificación del trabajo, la promoción cultural, el campo de la sanidad y la promoción de la dona.

En la espiritualidad de D. Vicente, y por tanto de las Obreras, hay, como ha dicho D. Miguel Payá, tres núcleos esenciales: en primer lugar vivir con Cristo, en segundo, identificarse con su Cruz, y finalmente, la ejemplaridad de María como modelo del cristiano.

D. Vicente quiso que la obra que fundó, presente en el seno de la Iglesia y en el mundo, tuviese cuatro connotaciones principales, como destaca D. Miguel Payá: fidelidad a la Iglesia, trabajar como Iglesia, ayudar a construir la Iglesia y finalmente, participar en la misión de la Iglesia. De esta manera las Obreras de la Cruz serian en mediode la sociedad, como la levadura que ayuda a hacer crecer la masa.

D. Vicente Garrido nació en Benaguasil, el 12 de noviembre de 1896. Fue el menor de los siete hijos de los esposos Isidoro Garrido y Amparo Pastor. A los 13 años ingresó en el Seminario de València para cursar los estudios eclesiásticos, al final de los cuales obtuvo el Doctorado en Sagrada Teología. El 12 de junio de 1921 fue ordenado presbítero por el cardenal Reig, en la catedral de València. D. Vicente fue coadjutor de las parroquias valencianas de Benimassot y de Albaida y el febrero de 1922 fue nombrado superior del Colegio Mayor «Beato Juan de Ribera» de Burjassot.

En un ambiente descreído en el mundo obrero, en los jóvenes y en las mujeres, y en un tiempo convulso, D. Vicente enfocó su actividad pastoral a llevar a Cristo a aquellos que lo desconocían. Como ha dicho la Obrera de la Cruz, Carmen Costa Ciscar, Vice-postuladora de la causa de canonización de D. Vicente Garrido, D. Vicente trabajó «sin miedo al riesgo y en actitud permanente «de salida a les periferias», donde en aquel momento era necesario testimoniar y anunciar a Cristo». Por eso, como dice Carmen Costa, «de su siembra apostólica, germinó una nueva forma de vida apostólica que la Iglesia definió después como secularidad consagrada».

Durante la Guerra Civil D. Vicente fue hecho prisionero y después de ser puesto en libertad, se tuvo que esconder en casa de sus padres, y después continuó escondido en un piso de València. Fue en la clandestinidad, donde D. Vicente ejerció su ministerio, celebrando la Eucaristía y confesando, t también, ayudado por las futuras Obreras, recogió ropa para los encarcelados. Posteriormente fue profesor del Seminario de València y canónigo penitencial de la catedral.

D. Vicente Garrido fue un sacerdote discreto, sencillo, humilde, prudente y lleno de bondad, de trato amable, que vivió con pasión su amor a Cristo. Y a la vez fue un padre para las Obreras, en las cuales creyó y confió. Él mismo escribía: «Quise sembrar metiendo muy hondo en las almas la semilla de Dios. Mi pensamiento fue trabajar, hacer Evangelio». Ese es el testamento espiritual de D. Vicente Garrido, que las Obreras hacen realidad con su vida. Y es que la espiritualidad de D. Vicente, como ha dicho Carmen Costa, «la imprimió en su Instituto, con la única finalidad de transformar el mundo a través de la transformación de la persona, sabiendo que Dios sacia el corazón humano y da sentido a nuestra vida».

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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