La Iglesia “tiene poca capacidad de encaje” y confunde, a menudo noticias con propaganda
(José M. Vidal).- A pesar de su juventud, Jesús Bastante (Madrid, 1976) es uno de los más importantes informadores religiosos del país. Era lógico, pues, que escribiese un libro sobre la comunicación en la Iglesia. ‘Dímelo en cristiano‘ (Khaf-RD) es el fruto de su experiencia contrastada de más de 12 años en el diario ABC y 6 como redactor jefe de Religión Digital. Una guía de «cómo comunicar en cristiano» en los distintos ámbitos de la vida.
Un libro repleto de vida: de pautas, de consejos y de opiniones personales. Un libro que destila sabiduría del profesional bregado, convencido de que «para hacer buena información religiosa no es imprescindible ser católico», pero sí un profesional bien formado y fiel a la verdad. Porque, para Jesús Bastante, el profesional está «llamado a ser profeta de la buena ventura, altavoz de la vida, de las bienaventuranzas y de la alegría de creer».
De ahí su defensa a ultranza de «la santidad de la profesión periodística». La «bendita profesión de contar la realidad aunque duela» y que, en el campo de la información religiosa, no debe dejarse influir ni condicionar por los que, para defender su falta de transparencia y su opacidad, matan al mensajero y le acusan de «dañar a la Iglesia». Eso sí, sobre todo y casi exclusivamente, cuando hace honor a su vocación de controlador del poder y destapa «las vergüenzas y las oscuridades eclesiales».
Porque la institución eclesial (como otras instancias de poder) «tiene poca capacidad de encaje» y confunde, a menudo noticias con propaganda. «Comunicar en la Iglesia no es sólo hablar de la x de la renta, sino también de solidaridad, de educación, de familia o de casos de abusos del clero». Y eso, las fuentes de los informadores no siempre lo entienden así.
Y la verdad es que, si la Iglesia quiere trasladar correctamente su mensaje, debe estar más pegada a la realidad de la sociedad en la que vive. «Jesús no se encerró en una sinagoga, sino que se metió en el barro a vivir las necesidades de los que sufrían», sentenció Bastante.
Esta falta de profesionalidad de las fuentes a la hora de informar es una de las dificultades mayores del ejercicio del informador religioso, junto al reto de hacer entender a los decisores de muchos de los grandes medios de comunicación que «la información religiosa es importante» y merece tanto espacio como la de cultura o la de educación. Porque, para la mayoría de los medios, «la información religiosa es una patata caliente».
Osoro y Munilla, buenos comunicadores
Para Bastante, la Iglesia española tiene un déficit comunicacional evidente. Y eso que ha mejorado en los últimos tiempos, siguiendo la estela del Papa. «Francisco es un animal mediático, pero no tiene muchos discípulos aventajados en España» en este ámbito. Si acaso, para el informador, podrían destacarse en este campo al arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y al obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.
Pero, en general, «a los obispos se les tendría que dar un curso, no de periodismo, pero sí para aprender unas dotes de comunicación y habilidades sociales».
Quizás por eso, la mayoría se queda muy lejos del Papa, todo un «ejemplo» de comunicación con gestos, palabras y vida. Entre otras cosas, «porque no teme debatir en libertad, algo que, a veces, a los obispos españoles les da miedo». Es decir, el Papa es «todo un modelo que puede servir de eje».
Por eso, el Papa «marca agenda» incluso a nivel global, mientras la Iglesia española va a remolque y a rebufo de la agenda que otros actores sociales dirigen. De ahí que, como buen samaritano o como «soldado del Evangelio», Bastante proponga a los informadores religiosos «ayudar a la institución a aprender a comunicar».
Entre otros ejemplos prácticos, el redactor jefe de RD, puso el del famoso y controvertido ático de Rouco. A su juicio, «en este caso, aparte de que la Iglesia esta vendida, le faltó capacidad de previsión y valentía en la reacción». Y eso se plasmó en descrédito de la institución.
O el reciente caso de la presentación del documento ‘Iglesia, servidora de los pobres’ en la misma rueda de prensa en la que el secretario general daba cuenta de las labores de la Plenaria. La consecuencia: el histórico documento quedó solapado por las cuestiones de actualidad y apenas tuvo eco mediático y, menos, social.