El cielo está en la tierra «para quien se contenta solo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo»
(Gema Juan).- La vieja pregunta dirigida a un grupo de Galileos del siglo I, sigue resonando de época en época, en los oídos de la Iglesia de Jesús de Nazaret. «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?».
Así resumía Lucas la sorpresa de los discípulos de Jesús, al experimentar que Jesús seguía vivo y que depositaba en sus manos la increíble misión de prolongar su vida en la tierra. Quedaron deslumbrados y paralizados. Por eso, con la pregunta, los discípulos son lanzados a la arena de la vida, para continuar transmitiendo la buena noticia de Jesús.
Cuando Teresa preguntaba a sus hermanas: «¿Sabéis qué es ser espirituales de veras?», estaba preguntado en qué andaban. Si estaban plantadas mirando al cielo o si habían echado a andar «por el camino del amor…, por solo servir a su Cristo crucificado». Y advertía que lo espiritual no es estar «tan embebida que no pueda entender en nada» sino entender «en todo lo que es servicio de Dios».
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