Espero que la gente no se olvide de Nepal. Que pasado este momento la gente siga viniendo y apoyando al país. Porque por sí mismo el país no puede sobrevivir
(Jesús Bastante).- El 25 de abril, a las 11,45 de la mañana, un terremoto de magnitud 7,8 reventó Nepal. El temblor ha sido devastador, con más de 8.000 muertos y cerca de 20.000 heridos. Dos semanas después, el 12 de mayo, a las 12,35 horas, la tierra volvió a temblar. Hoy, a falta de las estadísticas definitivas, algo muy difícil en un país tan desorganizado como éste, Misiones Salesianas cuenta con más de 8.500 muertos, más de 20.000 heridos y más de 300.000 casas destruidas.
«Ha sido un terremoto devastador. Se han derribado en torno al 40-45% de las viviendas, que no tenían las estructuras necesarias para resistir un terremoto así», subraya Vincent Mondal, responsable de la ayuda internacional de emergencia de los misioneros salesianos en esta catástrofe. Un seísmo que se debía haber previsto, pues «el país se encuentra en una zona donde se producen terremotos». No han sido estos dos los más potentes -en 1934 se produjo uno de magnitud 8-, pero sí uno de los que más ha afectado a la población. «Aun así, el gobierno no estaba listo, porque se trata de un gobierno incapaz«.
Tal vez por ello, la mayor respuesta ha venido coordinada por las instituciones de la Iglesia: salesianos, Cáritas y jesuitas han liderado la acogida y la ayuda básica de urgencia, junto con las administraciones de Estados Unidos e India.
La situación, más allá de las muertes, es muy difícil, pues faltan recursos básicos, como el acceso al agua, la comida o la profusión de enfermedades. «Cerca del 40-45% de las casas han sido destruidas, y muchas personas están viviendo en tiendas, en el exterior», apunta Mondal. La proximidad de la época de lluvias agrava la situación.
Por el momento, la ayuda se ha concentrado principalmente en Katmandú, donde trabajan la red Don Bosco, Cáritas y otras ONG. La ayuda urgente se ha conseguido llevar casi a todos los rincones, pero la emergencia no evita estar preparados para la reconstrucción, y para el futuro. «Necesitamos pensar en el largo plazo, y para ello organizarnos«, subrayó el salesiano, quien apuntó cómo la red Don Bosco, pese a no contar con hospitales, sí trabaja en el ámbito educativo y sanitario. «Hemos podido ayudar desde el primer día, pero ahora tenemos que empezar un gran proyecto para Nepal».
Un proyecto basado en tres pilares: en primer lugar la escolarización, con programas para evitar que niños con pocas capacidades económicas abandonen la escuela; el segundo término, con la reconstrucción, facilitando viviendas de bajo coste pero con la estructura antiseísmo necesaria; y finalmente, garantizando la cobertura de necesidades básicas, como agua o atención sanitaria.
Mondal mostró su preocupación por el «elevado nivel de corrupción en el Gobierno». «Si trabajáramos con ellos, no podríamos garantizar que el dinero llegara a las víctimas. Por eso lo hacemos a través de la Iglesia y sus ONG», incidió.
«Los niños son los más afectados por el terremoto. Antes del terremoto, los niños y las madres no tienen cubiertas esas necesidades básicas. En el futuro, lo que queremos es facilitar la mayor ayuda posible a esta población vulnerable, y prestar estos servicios en nuestros albergues».
«Espero que la gente no se olvide de Nepal. Que pasado este momento la gente siga viniendo y apoyando al país. Porque por sí mismo el país no puede sobrevivir», concluyó Mondal.
Llamada a la solidaridad
«La realidad era ya muy dura y ahora tendremos que esforzarnos más para ayudar a la población que más ha sufrido», explican los misioneros salesianos. El Equipo de Rescate Don Bosco que ya estaba trabajando en las zonas más afectadas, continúa con su trabajo de llegar a los más necesitados.
Hasta ahora los Salesianos han repartido más de 60 toneladas de ayuda de emergencia (arroz, lentejas…) y también lonas y plásticos para hacer refugios.
«Necesitamos refugios. Hemos sobrevivido al terremoto y necesitamos un lugar donde resguardar a nuestros hijos», explicaba una joven madre a los misioneros en Tulosilvari, en el distrito de Sindhupalchok, donde han muerto más de 2.000 personas.