Y si ya has sufrido desamor y estás curado, tu experiencia vale un mundo
(Xaquín Campo).- Hay una soledad que buscamos y necesitamos para realizar la propia persona en armonía y con autonomía. Para la reflexión y el estudio. Para hacerse adultos y crecer. Incluso para encontrarse con lo trascendente. Pero no voy a referirme a ésa.
Hay otra soledad, la del hombre y mujer solitarios, la del niño y del anciano, que van por la vida sin encontrar amistad, ni pan, ni abrigo. La soledad afectiva del que sabe que su vida no le importa a nadie. Nadie estaría dispuesto a arriesgar lo más mínimo por media hora de escucha activa y mucho menos a mostrarle un mínimo de consideración positiva. Su persona está en ese tercio del desecho del que habló la señora M. Thatcher.
Cuanto antes desaparezcan, menos consumo, menos gasto inútil y menos sufrimiento para esos desgraciados que vinieron a la vida por un fallo del sistema. No deberían haber venido. Sobran. Son un excedente. Esa es la teoría que reina e impera.
Sobran de la calle de Madrid porque molestan a los turistas dice doña Esperanza Aguirre. Y es verdad. La pobreza molesta a los ojos de la cara y del corazón y dan «mala imagen». El que se mueran ya es cosa de ellos. Que no nacieran.
Hay una gran soledad en quien pierde un ser querido, por muerte o desafecto. Cuando un amigo se va se muere mucho en el alma. Y las heridas del alma son profundas a más no poder y duelen, ¡duelen! ¿Nunca has sufrido la pérdida de un amigo o amiga de esos que perece que la vida ha perdido el sentido cuando ellos desaparecen de tu esfera afectiva? ¡Después de haberse querido tanto!
La pobreza de cariño o amor que se siente luego arranca lágrimas amargas y las huellas son profundas. Se anda vagando sin saber cuál sea la utilidad del propio futuro. ¿Para qué? Resituarse de nuevo y con sentido en la vida puede llevar años si no se hace una terapia adecuada. Se aprende duramente lo que es sufrir. Incluso nos puede volver duros, a tal punto de alegrarnos de que a los otros les pase algo parecido, para que sepan lo que es sufrir. ¿Te suena?
Las separaciones de pareja dejan una frustración inmensa sobre todo en la parte, llamémosle, «inocente». Y en los niños. Para superar la crisis se recurre muchas veces a soluciones desesperadas que sólo agravan la situación y no remedian nada y lo complican todo.
Y está la soledad del adolescente en sus amores primeros o en la sensación subjetiva de la incomprensión universal hacia él o ella. Los entendidos dicen que es la edad del mayor sufrimiento por soledad, por el convencimiento de que todos están contra él o ella y sin saber por qué. No son infrecuentes los intentos de desaparición.
La soledad de los sin techo, de los que viven en la calle, de los abusados y despreciados, de los enfermos mentales, de los que llegan del mundo del hambre o de culturas distintas, Etc. Y la inmensa soledad de mujeres maltratadas en su misma casa.
Y está la soledad de las personas presas, secuestradas y sus entornos familiares. Y están el sinfín de situaciones de todas las miserias y pobrezas.
Y ante esto, ¿qué hacer?
Tal vez sería bueno analizar en profundidad la propia soledad, ver si tenemos las heridas curadas y la estamos tratando adecuadamente para hacer de mí una persona equilibrada y por tanto sanante y sanadora. La «parábola del sanador herido», de H. Nouwen.
Hay una gran capacidad de salud y amor en cada uno de nosotros. Voluntarios frente a la soledad y soledades para acompañar y sembrar sanación. Par ello no hace falta ni estar apuntados en ninguna organización. Se precisa cobrar conciencia de mi riqueza de amor e ir repartiendo con sentido trozos de amor, comprensión, diálogo y acompañamiento. Te advierto, amigo, amiga, que luego cuando les ves marchar ya mejorados se sufre, porque uno también tiene su corazoncito. Se les quiere y se les desea libres. Las despedidas son saludables pero dolorosas. Y es señal de adultez no retenerlas. Pero cuando se les quiere, duelen y conviene saberlo para ser normal.
Luego están las formas ya organizadas y con personal preparado en habilidades y técnicas de acompañamiento y ayuda. Si te sientes con fuerza y estás bien dispuesto/a a dejarte construir a ti mismo en la ayuda al otro no malgastes el caudal de amor que la vida te dio. Vayamos a una regeneración del mundo por un amor coherente, sin engaños. Y si ya has sufrido desamor y estás curado, tu experiencia vale un mundo.