La heterodoxia se yergue aquí frente a toda ortodoxia, una heterodoxia mística que critica todo dogmatismo y literalismo en nombre del simbolismo alegórico propio del lenguaje religioso
(Andrés Ortíz-Osés).- Por fin concluyo la lectura de la epístola de Fernando Sánchez Dragó titulada «Carta de Jesús al Papa«, que comencé tiempo ha y que dejé dormir en mi escritorio. La tardanza se debe al grueso del volumen, con su estilo barroco y su retórica ampulosa, pero también a mi propio regodeo en la escritura y a la simpatía demorada por el autor de «Gárgoris y Habidis».
Aquel libro plural pergeñaba una historia mágica, mítica y simbólica de España; ahora este libro singular pergeña la mística religiosa de nuestro autor, filósofo y literato, cuyo lenguaje me ha detenido y enrollado en su maraña laberíntica.
1 (Gnosis espiritual)
Realmente el libro es una filípica contra el fundamentalismo del Papa Wojtyla, así como un alegato en favor de la «gnosis» como conocimiento espiritual frente al conocimiento positivo o positivista y al vulgar desconocimiento del vulgo. El «gnosticismo» se enfrenta aquí al agnosticismo, hasta el punto de presentarse nuestro escritor como un héroe «gnosticiero» por cuanto justiciero de dicho conocimiento. El cual es un conocimiento intuitivo y místico, espiritual, frente al clásico conocimiento racional, racionalista o racioide.
Sánchez Dragó ataca la verdad presuntamente absoluta propia de las revelaciones religiosas clásicas en nombre de la verdad liberadora propia de la iluminación religiosa del tipo oriental. La heterodoxia se yergue aquí frente a toda ortodoxia, una heterodoxia mística que critica todo dogmatismo y literalismo en nombre del simbolismo alegórico propio del lenguaje religioso.
Toda visión del más allá es una hipótesis y no una tesis, una visión esotérica o interior y no una visión exotérica o exterior. De aquí el carácter mistérico de toda auténtica religión, tan alejado de toda superstición popular.
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