El Papa critica que las respuestas se vean sometidas a la tecnología y las finanzas
(Mensajero)-· Bajo el subtítulo Sobre el cuidado de la casa común, la conocida ‘encíclica verde’ desarrolla una propuesta ecológica integral en defensa de la justicia social. «No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental».Aborda la íntima relación entre la pobreza y la fragilidad del planeta. Su convicción es que en el mundo todo está conectado y critica el paradigma y las formas de poder que derivan de la tecnología.
Invita a buscar otros modos de entender la economía y el progreso y a descubrir un nuevo estilo de vida que atienda el valor propio de cada criatura. Advierte de la necesidad de debates sinceros y honestos y apela a la responsabilidad de la política internacional y local.
La editorial Mensajero publicará la nueva encíclica del papa Francisco Laudato si´ (Alabado seas), sobre el cuidado de la casa común, un documento esperado que reflexiona sobre la relación del hombre con la creación en todas sus dimensiones. El pontífice inicia esta carta más conocida como la «encíclica verde» con palabras de Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». Y desde este hermoso cántico arranca su reflexión estructurada en seis capítulos y desarrollada a través de 192 páginas:
I Lo que le está pasando a nuestra casa.
II El evangelio de la creación
III La raíz humana de la crisis ecológica
IV Una ecología integral
V Algunas líneas de orientación y acción
VI Educación y espiritualidad ecológica
Realista y esperanzada, la encíclica se apoya en diversos ejes: humanidad desbordante; referencias bíblicas y bibliográficas eclesiales y científicas; defensa de que todo está unido y conectado sabiendo que la degradación medioambiental y la degradación humana y ética van de la mano. Y en su apuesta por un cambio de estilo de vida, todo y todos cumplen una función para ese cambio.
Su análisis no elude ningún aspecto, de ahí que su llamamiento por la búsqueda de un desarrollo sostenible y más justo se extienda a toda la humanidad. Desgrana las consecuencias reales del «abuso» de los recursos naturales: el calentamiento global, mala calidad del agua, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de la vida humana y decadencia social. «No podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe incorporar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres».
Y ante esta decadencia critica la debilidad de las reacciones internacionales y la diversidad de opiniones que hacen que las respuestas se vean sometidas a la tecnología y a las finanzas, en lugar de proteger a cada criatura que puebla el planeta.
La llamada a la conversión ecológica se hace de manera especial al creyente. Francisco propone a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de la fe: «Porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria».