El cristianismo ha inyectado un nuevo significado a celebraciones, ritos y fiestas anteriores a su llegada. San Juan es el Precursor de Cristo, el Nuevo Sol
(Manuel Mandianes).- En toda Europa se celebra la victoria del sol y de la luz sobre las tinieblas con hogueras en los altozanos y en las encrucijadas de los pueblos y en las calles de las ciudades. Para simbolizar la expulsión de las tinieblas por el sol, y la acogida que éste brinda a todos los seres humanos, desde el 11 al 13 de junio.
Matuta, diosa romana de la Aurora, expulsaba a las esclavas romanas que entraban en su templo, luego las esclavas volvían a entrar llevando los niños de mujeres libres en brazos. Su fiesta coincide con el momento más importante de lactación del reino animal.
En las hogueras se queman las hierbas de San Juan para protegerse del aire de cementerio y para purificar la sangre aspirando el humo que ahuyentaba las brujas y los malos espíritus. En las hogueras se queman diarios, ropas y trapos viejos, muebles inservibles. Se quema lo viejo al tiempo que se piden deseos y se hacen propósitos para crear un mundo nuevo.
Los habitantes de muchos pueblos salían, solos o con sus ganados, por la mañana muy temprano a recoger el rocío y las hierbas de San Juan y adornaban las casas con ramos de saúco, de romero, de castaño y plantas. El agua y los ramos, como el del Domingo de Ramos, se utilizaban durante todo el año para preservar las casas de aojamiento, maleficios y para protección contra las brujas. Los gallegos, las gentes, especialmente las mujeres estériles, se bañan en siete olas seguidas de la playa de la Lanzada.
En las cercanías de los castillos, de las fuentes, de las minas y de las cuevas se aparecían señoritas muy guapas, emperifolladas como para los días de fiestas, dispuestas a casarse con el hombre más valiente y aguerrido que con la boca le sacara la flor que ellas llevaban en la suya.
Cuentan los habitantes de la Limia (Orense) que esta noche cantan los gallos de los campanarios de las iglesias de Antioquia, ciudad sumergida bajo las aguas de la Laguna de Antela. Otras muchas poblaciones de Europa, cercanas a alguna ciudad sumergida sienten las campanas de sus iglesias. Desde la Edad Media hasta fechas relativamente recientes en esta noche, las brujas quemaban en la hoguera gatos negros, ratones y zorros, repartían entre los habitantes del pueblo las moscas del verano, cogían diablillos en el río más cercano a su lugar de residencia y se lavaban el culo en la leche que los campesinos guardaban en cacharros colocados al fresco.
Esta noche es la noche del fuego, del amor, del agua y de las hierbas. Todo cuanto ocurre esta noche es un inmenso exorcismo para expulsar los malos espíritus que habitan por todas partes, para purificar el mundo y proteger las cosechas.
Las tradiciones de esta noche vienen de lejos. Por estas épocas del año, los celtas celebraban a Beltina (1 de mayo), los griegos a Hefesto, los romanos a Vulcano (equivalencia de Hefesto), dios del fuego, arrojado del Olimpo al océano, casado luego con Afrodita, diosa del amor. Hefesto es el rey de los astados porque su esposa se la jugaba con otros dioses; son los cuernos de la fecundidad. El cristianismo ha inyectado un nuevo significado a celebraciones, ritos y fiestas anteriores a su llegada. San Juan es el Precursor de Cristo, el Nuevo Sol.
Manuel Mandianes, antropólogo, escritor y teólogo. Su último libro es Viaxe sen retorno (Sotelo Blanco)