Es inseparable la preocupación por la naturaleza de la justicia con los pobres y el compromiso social
(Cardenal Suárez Inda).- Francisco se dirige no sólo a los católicos sino también a otros cristianos, a creyentes de otras religiones y a los no creyentes, a todos los hombres y mujeres que habitamos en esta «casa común». Utilizando el lenguaje de San Francisco de Asís, pone el título al documento: «Alabado seas, mi Señor», y habla de la Creación como «nuestra hermana y nuestra madre acogedora».
Comienza señalando los graves daños que causamos, por irresponsabilidad o malicia, al medio ambiente que grita, nos reclama e interpela. Es preciso tomar conciencia y asumir lo que San Juan Pablo II llamaba «una conversión ecológica global». Es inseparable la preocupación por la naturaleza de la justicia con los pobres y el compromiso social. El ser humano ha de tener conciencia de que todo lo que destruye la obra de Dios es también un pecado que ofende al Creador.
En el segundo capítulo nos invita el Papa a considerar a la luz de la Biblia y de la Teología la dignidad y belleza del cosmos. El pecado viene a romper el equilibrio de la Creación en su conjunto, pues no sólo afecta la relación del hombre con Dios sino con el prójimo y con la tierra. La Redención de Jesús y la misión de la Iglesia se orientan a la reconciliación de todas las criaturas y al respeto por la naturaleza junto con la compasión y preocupación por todos los seres humanos.
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