Manuel Mandianes

Funcionarios

"Con decir que tienen muchas parroquias no hacen más que lo indispensable"

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Mandianes

A pesar de que todos saben que su infancia fue más dura que podrá ser, por muy dura que sea, la de sus nietos, lo lamentan

(Manuel Mandianes).- Pasó San Antonio, pasó San Juan, pronto va a llegar El Carmen. Muchos pueblos de la zona reciben constantemente dinero de los pinos cortados en sus montes comunales, de pedazos de este alquilados a granjas, de los molinos eólicos. «En qué gastan el dinero esos pueblos», pregunté. «En bombas y en orquestas porque no pueden repartirlo», me dijeron. «Por aquí no viene ningún técnico a explicarnos qué cosas podríamos hacer con él y si alguno viene, viene a imponernos lo que tenemos que hacer no a preguntarnos qué podríamos hacer».

Podrían pagar profesores que vinieran a dar clases de idiomas o de otra cosa en verano, especialistas que vinieran a dar charlas sobre agricultura, salud, alimentación durante todo el año. «Los que reciben el dinero no siempre dan cuentas al pueblo. En la mayoría de los casos nadie sabe, a no ser aquellos que lo reciben, cuánto se gasta ni cómo se gasta ni si hay fondos para hacer cosas necesarias.

Los retirados de Loureses que viven fuera están llegando para pasar el verano en las magníficas casas, hechas con los ahorros de casi toda una vida para ser habitadas, en su mayoría y en el mejor de los casos, casi sólo los meses del verano; las otras tan sólo quince días en agosto y cerradas todo el resto del año y ninguno tiene la garantía de que ni sus hijos y menos sus nietos vayan a seguir viniendo por aquí cuando ellos falten.

Más bien, todos temen que cuando eso ocurra, su casa se cierre definitivamente. «A algunos no les preocupa esto pero para la mayoría este pensamiento es como un fardo pesado o como una muela de molino atada al cuello», me dijeron. «Cuando anduvimos por esos mundos de Dios, los bancos mandaron recaudadores para mandar nuestras divisas, los partidos y los sindicatos delegados para hacer afiliados, pero nadie mandó a nadie que nos instruyera en cómo podríamos invertir nuestro dinero para beneficio propio. Buena parte de ese dinero cayó en las preferentes para pagar los desfalcos que hicieron los que recibieron nuestro dinero».

«En otros tiempo, con un verano como el que esta haciendo este año, hubiéramos estado empezando la siega, -dijo alguien jugando la partida en Bar Palleiro- andaríamos como liberes estirados en los surcos y sucios como palos de gallinero». A pesar de que todos saben que su infancia fue más dura que podrá ser, por muy dura que sea, la de sus nietos, todos se olvidan de lo que pasaron y sólo lamentan lo que podrá ser el futuro de los hijos de sus hijos.

Al terminar la partida pregunté: «¿Qué harán más tarde?» Alguien dijo: «Podríamos ir a misa pero el sacerdote no vive en la parroquia y sólo viene, a parte el domingo, cuando alguien le encarga una misa». «Muchos sacerdotes prestan el servicio que les piden y nada más. Es cierto que no hay muchos y cada uno tiene que atender cinco o seis parroquias, pero con decir que tienen muchas parroquias no hacen más que lo indispensable en cada una de ellas.

Algunos parecen auténticos funcionarios«, dijo alguien que, por el tenor de la conversación tenía una visión bastante crítica de la realidad tanto política como social y religiosa. «En las parroquias rurales hay poca gente, la mayoría es muy mayor y muchos sacerdotes tienen otros trabajos además de la canónica, dan clases, trabajan en un banco», dije.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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