En contra de los ídolos del poder y de la riqueza, del mercado y del capital (beneficio) hoy convertidos en dioses (falsos) que generan la cultura del descarte
(Agustín Ortega).- Nos enseña San Pablo y el Nuevo Testamento que el Evangelio, como nos lo transmite la Iglesia, es escándalo para unos, locura y necedad para otros. A lo largo de la historia, el Evangelio y la Tradición Eclesial, como se manifiesta en los Padres y Santos de la Iglesia, no ha cesado de promover la Gracia del amor y la misericordia de Dios, la paz y la justicia liberadora con los pobres de la tierra. Con los consiguientes ataques y persecuciones de poderes de todo tipo, de espiritualismos e integrismos diversos.
Ya que rechazan una fe y santidad en el amor que se hace compromiso profético, liberador de todo mal y pecado, de toda opresión e injusticia. Este poder, integrismo y espiritualismo, con su paternalismo y asistencialismo, rechaza la fe que desde la caridad se hace misericordia-compasión en la lucha por la paz, la solidaridad y la justicia liberadora con los pobres; frente a toda relación, estructura o sistema que genere desigualdad e injusticia, destrucción de la vida y dignidad de las personas.
Por eso, como le paso a los santos y testigos de la fe, por ejemplo a los anteriores Papas, se está atacando y denigrando constantemente al actual sucesor de Pedro, a nuestro Papa Francisco o a otros Obispos, y a las realidades eclesiales que hacen vida y compromiso su mensaje.
Tales como, por ejemplo, Caritas o Justicia y Paz, los movimientos obreros-apostólicos como la HOAC o la JOC, diferentes órdenes o congregaciones religiosas, movimientos laicales, etc. Molesta y escandaliza que se hable del Dios que, como nos revela el Evangelio de Jesús, se hace compasión y misericordia con el sufrimiento e injusticia que padecen personas o pueblos. Es la fe que se realiza en la caridad social y política, para la búsqueda del bien común y de la civilización del amor, de la globalización de la solidaridad, de la paz y de la justicia (social-global y ecológica).
La espiritualidad y ética encarnada, la enseñanza social en la pobreza con los pobres. En contra de los ídolos del poder y de la riqueza, del mercado y del capital (beneficio) hoy convertidos en dioses (falsos) que generan la cultura del descarte. Lo que nos salva y libera integralmente del pecado del egoísmo, de la complicidad y globalización de la indiferencia ante las relaciones y estructuras de pecado, inhumanas que crean la desigualdad e injusticia de la pobreza u otras opresiones y exclusiones.