Frente a la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia, contra los ídolos del poder con su civilización de la riqueza y del capital
(Agustín Ortega, Quito).- Acabado de llegar de Quito y de estar con el Papa Francisco en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, en donde soy profesor y el lugar elegido para encuentro del Papa con el mundo de la educación en Ecuador. Con la emoción, el entusiasmo y la ilusión de la alegría del Evangelio en este encontrarnos con el Sucesor de Pedro, con su sencillez, humildad y cercanía, con su santidad y espiritualidad encarnada en la vida.
En su visita a Quito, el Papa nos ha dejado todo un mensaje, un legado profundo, que debe orientar la fe y vida de la iglesia en el mundo actual. Como suele hacer, el Papa nos ha mostrado la entraña del Evangelio y de la fe en Jesús, actualizado y profundizado para nuestra realidad, para el tiempo histórico en que vivimos.
Y no es otra cosa que experienciar la fe que expresa y manifiesta los deseos más hondos de las personas, los anhelos del corazón del ser humano. Como son la libertad y la liberación de toda dominación u opresión, el amor fraterno y la comunión solidaria de toda la familia humana. Por todo esto, nos enseñó el Papa Francisco, la fe es siempre revolucionaria, transformadora y liberadora de todo mal, pecado e injusticia.
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