Qué importante es recordar de dónde venimos, refrescar nuestra identidad y tomar una bocanada de aire extremeño
(César Caro, Perú).- Bandejas de jamón de Monesterio, morconcito, salchichón, vino tinto argentino que da el avío, risas (claro), conversación confiada, admiración y cariño, las tantas de la noche, el gusto de estar juntos. Es la reunión de «los padres de Badajoz», los compañeros que vivimos y trabajamos, enviados por nuestra diócesis, acá en Perú.
Un rato antes, en las horas de la tarde, la reunión es más seria, más profunda y comprometida. Cada cual cuenta simplemente cómo está, en qué anda, en qué estación se encuentra su vida en los últimos tiempos. Sencillo pero a tumba abierta, en la intimidad familiar de los paisanos. Compartimos con la complicidad que da vivir una experiencia similar de desarraigo, de aprendizaje de una nueva cultura, distancia de los nuestros y amor apasionado por aquellos que Dios nos da.
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