Antonio Aradillas

Otra Asamblea Conjunta obispos-sacerdotes

El "ahora" la reclama con evangelio y a grito limpio

Otra Asamblea Conjunta obispos-sacerdotes
Antonio Aradillas, columnista

Ni saben ser, ni se les preparó y prepara para ejercer hoy su condición de sacerdotes y obispos

(Antonio Aradillas, sacerdote).- En la clerecía se percibe en los últimos tiempos, tanto en extensión como en intensidad, la sensación de que sus componentes -sacerdotes y obispos-, se hallan y se manifiestan nerviosos, condición y adjetivo que, en conformidad rigurosamente académica, se definen como «aplícase a las personas cuyos nervios se excitan muy fácilmente».-¿Pero cómo no vamos a estar nerviosos, me comenta uno de los colegas si, por ejemplo, programadas siete misas «dominicales» en pueblos y lugares distintos, en el pasado «fin de semana» tuve que celebrar otras dos más, al haber fallecido dos feligreses»?

Las causas y motivos del nerviosismo clerical son muchas y graves, algo similar a como acontece con sus consecuencias, difícilmente homologables a la luz de la pastoral y del evangelio.

. Sí, faltan sacerdotes. Y además, da la impresión de que la jerarquía «pasa», de ello. «Dios proveerá», por lo que la promesa de eternidad de la Iglesia -«las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»-, asegura su vigencia, aún al margen o en contra de estudios sociológicos serios, de las estadísticas, de los calendarios y de la escandalosa reducción avejentada del número de fieles asistentes a los actos de culto.

. Tan solo la más remota intención de sugerir y defender el acceso de la mujer al orden sacerdotal y de profundizar en la teología del laicado, echa ya a temblar las cuadernas de la «nave de Pedro» en el ordenamiento del jerarquismo y de la burocracia, con que se contaminó a lo largo de la historia, por cierto no siempre ejemplar, ni muchísimo menos. Las descalificaciones canónicas de quienes disienten del orden establecido hasta ahora, siguen siendo irrevocablemente inquisitoriales, y más cuando alguien se atreva a extender nubes de dudas acerca del sentido y contenido evangélicos del Código de Derecho Canónico.

. Curas y obispos, están ya nerviosos, al percatarse de la soberana falta de identidad que hoy los define en unos tiempos de tan acentuado y «santificado» laicismo. Ni saben ser, ni se les preparó y prepara para ejercer hoy su condición de sacerdotes y obispos sin desviarse ni siquiera un ápice de los evangelios y del espíritu que explicó e hizo posible feliz y milagrosamente la difusión de la Iglesia en los tiempos primeros de su historia.

. Vocación- profesión de curas y obispos se ahormaron con toda clase de bendiciones litúrgicas y cánones al «ordeno y mando», y a las ideas políticas de que «toda autoridad viene de Dios, por lo que el proceso de su adoración no tenía por qué constar siempre y esencialmente con el servicio al prójimo. El culto y el rito fueron y son razones de su vocación-profesión, privilegiada con toda clase de dignidades y emolumentos divinos y humamos, sobre el resto del pueblo de Dios.

. La comprobación de que la religión, y más la Iglesia, no es ni solo ni fundamentalmente culto y rito, está suponiendo en el estamento eclesiástico una conmoción teológica y pastoral que pone nervioso a cualquiera, y más a quienes se siguen sintiendo responsables de su misión salvadora sintetizada en la obra – testimonio, evangelio y doctrina que pretendió hacer perdurable Cristo Jesús mediante la Iglesia.

. Hasta tiempos relativamente recientes, los sacerdotes se «entretenían» – «divertir y recrear el ánimo de uno»-, legítima, educadora y y salvíficamente en la organización de las fiestas, peregrinaciones, procesiones y otras tareas, de las que en el lenguaje cultural y piadoso del llamado «turismo religioso» se encargan ahora instituciones y empresas públicas y privadas, con similares resultados y frutos para la colectividad. Lo mismo acontecía con el sector de la enseñanza y de la beneficencia y de tantos otros menesteres, atendidos hoy por Consejeros y Concejalas de Comunidades Autónomas y alcaldías, con medios y vocación política adecuados eficaces, suplidos y completados, en ocasiones, con la generosidad caritativa ejemplar de «Cáritas».

. A no pocos curas les ponen de verdad nerviosos, por citar otros ejemplos, que el celibato opcional siga siendo todavía un verdadero y grave problema; que la Iglesia , que «Vírgenes», hermandades, «fabricas», santos y santas, mantengan su reconocida fama de «ricas»; que los privilegios sean parte del estado- estamento eclesiástico, con exenciones matriculadas o «inmatriculables; que sean y los traten, como parte principal de «las fuerzas vivas de la localidad», y que la presencia episcopal, por lo de los «colorines» y los «superlativísimos», sea demandada en los actos sociales, sin citar aquí y ahora cuanto se relaciona con el carrerismo y los ascensos…

. En vísperas de los retiros y jubilaciones masivas clericales el panorama que se ofrece no está para celebraciones «pascuales», tal y como reconocen los mismos fieles. Por estas y tantas otras razones, son ya muchos los que piensan que la celebración de otra Asamblea Conjunta – obispos y sacerdotes-, podría contribuir al esclarecimiento de importantes cuestiones relacionadas con los temas sugeridos. La Asamblea, de recordación tan sublime y significativa, constituyó un «antes» y un «después, y el «ahora» la reclama con evangelio y a grito limpio.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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