Los taxistas se han organizado para ayudarles con traslados gratuitos
(José Moreno Losada).- Poder compartir una semana de viaje con dos buenos e ilustrados amigos, como son Jesús Salas y Trini Ruiz, no tiene precio alguno… Y si, además, el lugar a conocer es Serbia, entonces podemos hablar de tesoro. Más aún, en esta ocasión, en que nos hemos convertido en testigos de vida de un acontecimiento singular y actual: el paso de inmigrantes sirios, afganos, que huyen de la guerra y el sufrimiento de sus pueblos, buscando dignidad y paz. Desde enero, según la prensa local y como hemos podido comprobar, han llegado entre 60.000 y 90.000 personas a Serbia -actualmente, unos 6.000 diarios-, y en el campamento-jardín de Belgrado hay, cada día, unas 700 personas.
Contemplando su dolor
Hemos visto la realidad de los parques junto a las estaciones de tren, autobús y taxi; allí, en las tiendas de campaña y en su pobreza, hemos hecho nuestro su dolor. Hemos leído sus testimonios de sufrimiento, de soledad, de desamparo. Pero si tenemos que subrayar algo en especial, nos quedamos, sin duda, con lo que está siendo la respuesta del pueblo serbio, tanto a nivel popular como institucional.
El primer implicado ha sido abiertamente el Primer Ministro, Alesander Vuvic, quien, acompañado de los Ministros de Trabajo (A. Vulin), de Interior (N. Stefanovic), del Alcalde de Belgrado (S. Mali) y de los representantes de la Cruz Roja, visitó el 19 de agosto a los inmigrantes en sus campamentos dentro de la ciudad -el mismo día que lo hicimos nosotros-. Ha querido interesarse personalmente por sus necesidades y, así, mostrarles su apoyo. Allí, manifestó a los acampados que Serbia haría todo lo posible para que se encontrasen mejor y se sintieran a salvo, y siempre serían bienvenidos. A los periodistas, les dijo que los inmigrantes de Siria y de Afganistán habían tenido hospitalidad con su pueblo, como no habían recibido jamás, y son conscientes de lo que pasó su propio pueblo hace sólo dos décadas.
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