Con lo de siempre y como siempre

(Gregorio Delgado del Río).- Era presumible. La izquierda nunca perdona ni olvida. A lo sumo permanece agazapada y, en cuanto barrunta una nueva oportunidad, vuelve a la carga. Les ha faltado tiempo para asomar la oreja. Era su ‘objetivo’ ya antes de formar gobierno. Han vuelto con lo de siempre. Traen, como excelente aportación al sistema educativo, las mismas recetas de siempre, que ya han acreditado reiteradamente su ineficacia y su fracaso. Vuelven con la vieja mochila, cargada con tres espléndidas calabazas: catalanismo, inmersión y adoctrinamiento.

Es más, vuelven como siempre: de modo sectario, con intolerancia manifiesta y con su «progresismo adolescente» (por utilizar una expresión querida por Bergoglio en su época de Cardenal), que no es otra cosa que un ‘laicismo militante’ cargado de ideología. También es cosa sabida desde siempre. Les gusta dividir, separar, discriminar, infernar. Todo es de recibo si sirve a sus intereses de dominio e imperialismo ideológico y utilitario. ¿De verdad estiman que el problema educativo que padecemos en Baleares reside en la educación diferenciada de unos determinados centros? ¿Están seguros que el problema en Baleares se llama educación concertada? Es de risa. No me extraña que estemos abonados, como siempre, al pelotón de los torpes.

A fuer de sincero, no simpatizo con la educación diferenciada. Tampoco lo hago con la orientación de los Colegios del Parc Bit. Pero lo que no se puede es caer en verdaderos despropósitos. Un Gobierno viene obligado a respetar la legalidad y los pronunciamientos de los Tribunales. Lo contrario se inscribe en el despotismo visceral, en lo sectario y anti religioso, en un exclusivo moverse por prejuicios ideológicos, en un intento de generar desconfianza, recelo e inseguridad jurídica, en el trato diferente en la concertación con los Colegios por razones carentes totalmente de base legal. Pero, de verdad, ¿no tienen nada mejor que ofrecer?

Mucho me temo que seguiremos como siempre: a la cola del pelotón. Así no habrá forma de mullir un pacto educativo, absolutamente necesario. ¿Por qué les causa tanto repelús construir algo sobre los cimientos de la igualdad de trato, sobre la igualdad de derechos y oportunidades para todos los alumnos, sobre la libertad de las familias de escoger el modelo educativo que prefieran para sus hijos? ¿Por qué no luchan por una escuela pública apolítica, trilingüe, estrictamente profesional, cuya función y objetivo final busque caminar hacia la excelencia en la formación del alumno? ¿Por qué no ponen sobre la mesa un plan exigente de selección del profesorado y de reciclaje constante del mismo?

¡Vaya panorama! Ya sólo nos falta la nota de la clerecía catedralicia. ¡Tranquilos! No existe riesgo de fractura social. Simplemente se está construyendo el paraíso nacionalista. ¡Tranquilos!