¿Cómo poner al día “aggiornar” una Iglesia tan sólidamente estructurada con esquemas ya establecidos en prácticas seculares?
(José Aldunate sj, en RyL).- Hablemos sobre el papado romano. Esa institución eclesiástica muy original y singular que hace historia sobre todo con su actual representante el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano que desde el comienzo ha llamado la atención por su originalidad y estilo sencillo tan en discordancia con la tradición de los papas romanos de la historia.
Ha hecho historia su intervención para que el gobierno norteamericano termine con las sanciones impuestas a Cuba y últimamente ha tenido una larga entrevista con nuestra presidenta Michel Bachelet. Queremos explorar la tarea que tiene delante de sí nuestro papa Francisco. Así comprenderemos mejor muchas de sus actuaciones, algunas tan criticadas por elementos oponentes.
Ya Juan Pablo II, un predecesor tan distinto del Papa Francisco, se preguntaba cuál sería el «munus Petri» («la tarea del sucesor de Pedro»). Tal vez estaría pensando en predecesores suyos como los Gregorios o los papas de la Edad Media o Moderna. El Papa Francisco, sin duda se ha hecho esta pregunta pero, según parece desde muy diversos planteamientos.
Encuentro enormemente significativo un gesto del Papa Francisco al comienzo mismo de su ministerio papal. Recién nombrado apareció en el balcón papal, quería dar la primera bendición a sus primeros súbditos, los fieles de Roma, porque al ser elegido Papa fue ante todo nombrado obispo de Roma. La plaza de San Pedro estaba llena de los fieles romanos que habían ido al llamado del humo blanco, anuncio de la elección papal y el papa Francisco en vez de darles la bendición, inclinó la cabeza y pidió al pueblo romano que el pueblo mismo lo bendijera.
Ahí veo yo la expresión de toda una conciencia, de todo un programa, de toda una tarea que se imponía al haber sido elegido obispo de Roma. Francisco quiso que primero lo bendijera el pueblo. Hubiera querido tal vez que el pueblo le hubiera elegido «a mano alzada» como se hacía con los primeros papas y obispos. ¿Y por qué no se podría volver a lo mismo? La población de Roma era el «Pueblo de Dios», era «la Iglesia», lo normal es que la Iglesia escoja su Papa.
El fue elegido por electores escogidos por antecesores suyos, papas igualmente. ¿Es eso normal?, podría haberse preguntado razonablemente el Papa Francisco.
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