Manual divulgativo y accesible para todos los públicos, de rapidísima lectura - See more at: http://www.vidanueva.es/2015/08/28/dimelo-en-cristiano-jesus-bastante-ediciones-khaf-rd-libros/#sthash.NhoS6LL5.dpuf
(José Beltrán, en Vida Nueva).- Dios es comunicación. Es más, Buena Noticia. Pero, ¿y la Iglesia? En ocasiones, la «no comunicación». Incluso, profeta de calamidades. Así como las instituciones religiosas se han puesto al día en materia de finanzas, profesionalizando a quienes están al frente de la administración de diócesis, hospitales y colegios, resulta apremiante abordar la comunicación corporativa como un ejercicio de evangelización.
Si se quiere ser Iglesia «en salida», como reclama Francisco, que tenga una voz y una respuesta en medio del mundo real y del continente digital, toca abordarlo con la misma madurez con la que se forma a un canonista o al pastoralista, o confiar en un profesional que domine el lenguaje de los medios.
Pero, conscientes de que no en toda parroquia, colegio o residencia se puede crear un equipo de comunicación, quienes tienen la responsabilidad de dirigir uno de esos centros -por tanto, de ser el rostro amable o no de la Iglesia a través de una conferencia, una homilía o una declaración a la prensa- están llamados a conocer al menos las principales claves de cómo poner los pilares para transmitir el mensaje que queremos con cierto éxito, de manejarse ante una nube de periodistas o una situación de crisis.
Así afronta aquí el desafío Jesús Bastante, dando las pinceladas necesarias para que el altavoz no distorsione el mensaje. Para ello, a lo largo del libro, encontramos de forma esquematizada recomendaciones, abecedarios, decálogos -más que útil el elaborado por Claudio Maria Celli sobre el mundo virtual- para familiarizarse con unas reglas básicas, conocer las fronteras y aprender trucos para plantarse ante una cámara o una grabadora.
Para ello, lo mismo analiza ejemplos de comunicación fallida a los que dar esquinazo, que la manera en la que los obispos norteamericanos afrontaron el escándalo de abusos sexuales, o aplaude el trabajo del Opus Dei para darle la vuelta a El Código Da Vinci a través de una minuciosa labor de comunicación institucional. No menos interesantes son sus reflexiones sobre la imagen proyectada de la familia en los últimos años, y razón no le falta en cómo se ha mostrado una institución excluyente en lugar de propositiva y positiva.
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