Del purismo al paganismo

Justicia y caridad:el Estado y la Iglesia

"El Papa Francisco ha refundado o refundido la Iglesia de la misericordia franciscana"

Justicia y caridad:el Estado y la Iglesia
Caridad y justicia

La Iglesia debe perdonar el anticlericalismo para ser perdonado su clericalismo, debe perdonar los pecados sexuales o sociales para ser perdonada de los mismos

(Andrés Ortiz-Osés).- El Sínodo de la Iglesia replantea la comunión de los divorciados, pero se trataría de ampliar y ofrecer la comunión cristiana a tantos otros divorciados de la Iglesia católica. El Papa Francisco ha refundado o refundido la Iglesia de la misericordia franciscana, la cual es la Iglesia de Jesús: la Iglesia que otorga y recibe el perdón de los pecados, porque solo el que perdona será perdonado. Y la Iglesia tiene mucho que perdonar y ser perdonada.

La Iglesia debe perdonar el anticlericalismo para ser perdonado su clericalismo, debe perdonar los pecados sexuales o sociales para ser perdonada de los mismos, debe perdonar las ofensas ajenas para que se le perdonen las propias. Las deudas se supone que hay que pagarlas, siempre que no sean abusivas, lo cual introduce un matiz significativo al respecto del capitalismo rampante. En definitiva, la Iglesia perdona al hijo pródigo porque es madre pródiga: pródiga en amores y desamores, santa y pecadora.

El pecado significa una falta o un exceso respecto a la virtud, definida por Aristóteles como el punto medio de la virtud entre los extremos del exceso y del defecto. El exceso suele estar provocado por nuestra concupiscencia y sus pasiones, el defecto suele estar condicionado por nuestro egoísmo o egotismo. Pero lo peor no es el pecado o acto sino el empecatamiento o actitud, el exceso pagano o el defecto puritano, lo demasiado mucho o lo demasiado poco, la disipación o dispersión y el ensimismamiento.

La Iglesia suele pecar de ensimismamiento purista o puritano, mientras que el Estado suele pecar de excesivo paganismo. El teólogo D. Bonhoeffer decía que Iglesia y Estado deben limitarse mutuamente, aunque yo añadiría que deben abrirse mutuamente. La Iglesia debe abrir el Estado a cierta espiritualidad, el Estado debe abrir la Iglesia a cierta secularidad. Por eso ambos, Iglesia y Estado, son sociedades imperfectas y complementarias, aquella basada en el principio de la caridad y este fundado en el principio de la justicia.

Justicia y caridad son complementarias. La justicia ajusta la sociedad a la ley civil inmanente (democrática), la caridad reajusta la justicia social a la ley religiosa trascendente (la gracia). La justicia sin la caridad es justiciera y ajusticia sin piedad, perdón o misericordia, de acuerdo a un realismo crudo o cruel; pero la caridad sin la justicia es idealismo iluso o ilusorio, irrealista. De aquí la mutua coimplicación de la justicia y de la caridad, de la caridad y la justicia.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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