Sigue habiendo muchos obispos españoles que, sin estar a la contra del todo, tampoco reman con el Papa Francisco
(José M. Vidal).- Rápido y bien. Así ha reaccionado la Iglesia española a la emergencia humanitaria de los refugiados del Oriente Medio. El Papa clamó por ellos el domingo, en el ángelus, acompañado del cardenal Schanborn, que ese mismo día puso la archidiócesis de Viena en actitud de acogida. La ola expansiva solidaria llegó a Madrid el jueves. Por la mañana recibimos una pastoral de monseñor Osoro, asi como un documento de Cáritas, Confer y Justicia y Paz. Y por la tarde, la denuncia de la comisión episcopal de migraciones y del padre Ángel, el fundador de Mensajeros de la Paz.
Bien es cierto que ya antes, concretamente el 26 de agosto pasado, el secretario de la comisión de migraciones, el jesuita José Luis Pinilla, lanzaba desde Kosovo la primera voz de alerta: «Atrincherada en un salón de espejos, Europa es un puente destrozado (como el de Mitrovica), mientras los refugiados llevan dias, semanas y meses sin ningún tipo de atención ni servicios».
Hacía tiempo que las aguas solidarias de la Iglesia española no se movían tan rápido. Cuando se quiere, se puede. Parece evidente que el ejemplo de Francisco está calando. Poco a poco, pero cala. Ya ni siquiera en la Cope (aunque parece costarle) se atreve a defender las vallas y las concertinas y las políticas antimigratorias del ‘católico’ ministro del Interior, Fernández Díaz.
Una reacción tan rápida y solidaria era de esperar en el Padre Ángel, en José Luis Pinilla, en Cáritas, en Confer y en Justicia y Paz. Llevan años en la frontera. Llevan años defendiendo a los descartados.
Era menos de esperar este tipo de reacción en un arzobispo…de Madrid. Me alegra y reconforta saber que Don Carlos Osoro se sigue sintiendo y actuando como el hombre del Papa Francisco en España. La Iglesia española, que pasó del vicepapa Rouco a un liderazgo más colegial y cuatripartito (Osoro, Blázquez, Cañizares y Del Rio), necesita más que nunca que el nuevo arzobispo de Madrid se ponga incondicionalmente a la rueda de Francisco. Con palabras, pero sobre todo con gestos.
Sólo asi se irá cambiando, poco a poco y muy lentamente, la deplorable imagen pública y mediática que todavía arrastra la Iglesia católica en España. Y que, casos como el de Zornoza en Cádiz, prohibiendo, en nombre de Doctrina de la Fe, ser padrino de bautismo a un transexual, hace añicos de nuevo. Un caso que parece demostrar que el Papa tiene el enemigo en casa. De ahí que el mismo día que él escenifica la Iglesia de la misericordia con su bula que pone el perdón al alcance de todos (incluidas las abortistas), el prelado de Cádiz se descuelga con una prohibición inmisericorde y, además, innecesaria.
Y es que sigue habiendo muchos obispos españoles que, sin estar a la contra del todo, tampoco reman con el Papa Francisco. Están como a la espera: a ver si este pontificado es una tormenta de verano y pronto escampa. Francisco les pone en solfa sus seguridades doctrinales y, sobre todo, les cuestiona su forma de vida. Y esto les duele más que nada a los obispos príncipes, a los obispos de aeropuerto, chofer, secretario, palacio y coche de alta gama.
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