La Vida Religiosa recarga las baterías en torno al sucesor de Pedro para seguir siendo profecía y memoria del Evangelio
(José R. Reyes op, La Habana).- A las 4:30 pm estaba prevista la llegada del Papa a la Catedral de La Habana para celebrar las vísperas con la Vida Religiosa, los sacerdotes y seminaristas; la espera fue como siempre larga pero mereció la pena. El mayor tesoro que tiene la Iglesia cubana es la Vida Religiosa.
Completamente «anonadada», inclinada, arrodillada ante Dios y ante el prójimo. Por eso, el Papa sacó fuerzas de su cansancio, incluso palpable en el rostro, para regalarle a la Vida Religiosa un comentario a la Palabra de Dios espontáneo, natural, que nacía del corazón de un Papa Religioso.
El Papa «se anonadó» con palabras del Cardenal de La Habana y con el testimonio de vida de una Hija de la Caridad del Centro de cuidados la «Edad de Oro.» Estos dos hechos provocaron que una vez más pusiera a un lado los papeles para hablar a la Vida Religiosa. Y esto provocó un encuentro inolvidable para la Vida Religiosa.
En Cuba no es fácil tener los medios para poder volver a ver el video del Papa en la Catedral de la Habana y poder volver gustar las palabras del Papa; sólo tenemos un instrumento: aquello que ha quedado grabado en la memoria del corazón.
Se centró en dos puntos clásicos ya de este pontificado: la pobreza y la misericordia hacia los más pobres. El discurso de la pobreza fue hilado con el verbo «anonadarse» del himno de Filipenses. Anonadarse significa vaciarse. Y por eso, la pobreza es la gran riqueza de la Iglesia porque vacía a la Iglesia de lo superfluo.
Por eso, la gran riqueza de la Iglesia cubana es su pobreza. La pobreza, además, implica en consecuencia la misericordia con los más pequeños, que fue el segundo punto que tocó el Papa. Las babas que se reciben de los ancianos, las bofetadas de los niños, los gritos de los ancianos, el cansancio de la misión… son las caricias llenas de ternura con las que Dios nos abraza.
Finalmente, una frase salía de los labios de los religiosos habaneros: «que fuerza me ha dado el Papa». En definitiva, la Vida Religiosa recarga las baterías en torno al sucesor de Pedro para seguir siendo profecía y memoria del Evangelio.