¿Dónde queda el mensaje de las tres T: techo, trabajo y tierra, que nos dejó Francisco en Bolivia?
(Monseñor Castellanos, Bolivia).- Viajé recientemente al Altiplano Aimara, en compañía de representantes de la Fundación DISI. El objetivo, un proyecto de Agua Potable para cuatro zonas en el municipio de Coro Coro: Alto Huallatiri, Viloque, Centro Incauyo, y Esquillani. Pero de repente nos encontramos con adolescentes aimaras, quemados por el frio gélido de la mañana o abrasados por el sol del mediodía al venir y regresar del centro escolar distante de sus comunidades varias horas.
Para remediar esa situación les ofrecen un internado: un edificio precario, deteriorado, en unas condiciones inhóspitas. Duermen en el frío suelo, sin catres, ni colchones ni frazadas, escasa alimentación, a temperaturas de 15º, 18º bajo cero. Algunos casi a la intemperie porque el viento se ha llevado la calamina.
La pregunta surge espontánea. ¿Dónde queda la justicia social, aplicada a estos adolescentes, que carecen de lo indispensable para vivir con un poco de dignidad? ¿Cómo es posible en nuestra Bolivia, con una macroeconomía boyante, en proceso de cambio, con una FEXPO en Santa Cruz de la Sierra, que maneja unos mil millones de dólares, que existan estos internados?
Estas preguntas exigen respuestas inmediatas, personales, comunitarias, institucionales.
La respuesta es de todos, crear un movimiento solidario: Internados dignos en el altiplano y en toda Bolivia. Es posible. De momento, la Fundación Hombres Nuevos y DISI, vamos a equipar dos internados, Tomata y Quilloma, de catres, colchones, frazadas y sábanas.
Ya tenemos un precedente con mucho éxito, en Japo, en donde un empresario español, Conrado Merino, construyó un internado que ha resuelto el problema a los adolescentes de 50 comunidades.
Las Fundaciones Hombres Nuevos y DISI se han comprometido con un proyecto para rehabilitar 36 internados que están en esas condiciones.
El tema es institucional. Incumbe a las autoridades de gobierno, al Ministerio de Educación, a los Municipios.
Pero todos podemos unirnos a ese ejercicio solidario: Empresas, personas, parroquias, iglesias, la sociedad civil en general, para evitar que nuestras niñas y niños sufran por nuestra falta de responsabilidad, solidaridad o incoherencia.
Alguien añade, si los fondos públicos destinados a nuestro mundo indígena, se empleasen correctamente y no se desviasen por otros caminos, no se darían estas situaciones de injusticia social e inequidad.
Cabe preguntarse ¿Dónde queda el mensaje de las tres T: techo, trabajo y tierra, que nos dejó Francisco en Bolivia?
Nos motiva el pensamiento de Jesús de Nazaret: «Dejen que los niños se acerquen a mí».