Dar la oportunidad de ser readmitidos al Ministerio a los más de 100.000 sacerdotes dispensados del mismo no solo no causaría daño a la Iglesia, sino que haría posible ofrecer la celebración de la Eucaristía a muchas Comunidades que carecen de ella
(Faustino Vilabrille).- Vaya por delante que esa palabra «secularizados» no nos gusta absolutamente nada para designar a los sacerdotes dispensados del Ministerio. Solo la empleamos para empezar a entendernos pero nada más. Y mucho menos aún nos gusta lo de «reducidos al estado laical». Dos expresiones horribles para designar a muchos sacerdotes que fueron grandes servidores de Dios a través del servicio a muchas Comunidades Cristianas.
Así que no emplearemos más ni una ni otra. Hablaremos simplemente de «dispensados», por sugerencia de un gran amigo y admirable periodista, José Manuel Vidal, director de Religión Digital.
Hermano Francisco: Desde los primeros signos que diste desde el momento de tu elección como Obispo de Roma, y por tanto Papa de la Iglesia Universal, muchos creyentes hemos depositado en ti unas grandes esperanzas.
Hay en ti gestos muy significativos de que contigo se abre una nueva aurora para la Iglesia, pero hay tres bien elocuentes de tu deseo de acercarte a la comprensión de grupos de personas muy concretos: uno tuvo lugar en el avión de regreso a Roma desde Brasil cuando dijiste: «Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?«. El segundo es cuando recientemente afirmaste: «Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados y forman parte de la Iglesia«. Y también, adelantándote al Sínodo, acabas de tocar al timbre de su puerta cambiando varios artículos del Código de Derecho Canónico para agilizar las nulidades matrimoniales y hacerlas gratuitas, lo que es a su vez una importante llamada de atención al aparato económico correspondiente, sobre el que había muchas quejas.
No vamos a tratar aquí de esos tres temas, sino del trato, de la situación y la comprensión misericordiosa con los sacerdotes dispensados de su ministerio sacerdotal, pues creemos que la Iglesia ha sido muy poco justa y en muchos casos nada misericordiosa con ellos e incluso se les ha causado un daño grave.
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