Jesús acogía y compartía la vida con gente que no era trigo limpio (publicanos, prostitutas, pecadores...)... y precisamente por eso le mataron, no por sus ideas generales sobre Dios
(Xabier Pikaza).- Un famoso cardenal de España, cuyo nombre no voy a recordar (anda en todos los periódicos), ha preguntado, con ocasión de un «desayuno informativo», si esta «invasión de emigrantes y de refugiados (que vienen del este) es todo trigo limpio».
Ciertamente, ese Cardenal supone que no, que hay mucho trigo sucio y malas hierbas entre la gente que está llegando…, hombres, mujeres y niños que van a manchar la «inmaculada pureza» de Europa y, en especial, la limpísima de España, que debe mantener sus esencias católicas unidas.
No quiero entrar en el aspecto político del tema (que es, sin duda, discutible y quizá detestable), sino en el religioso, pues se supone que un Cardenal de España ha de ser cristiano, cosa que en estas declaraciones no parece clara.
Un cardenal debe saber que Jesús andaba con gente que no era trigo limpio, en el sentido que él parece dar a ese término. Sí, ciertamente, muchos que vienen del este no son quizá «trigo limpio», como él quiere; pues bien, precisamente por eso han de ser más acogidos, como quiso Jesús.
— Si algo queda claro en el evangelio es que Jesús acogía y compartía la vida con gente que no era trigo limpio (publicanos, prostitutas, pecadores…)… y precisamente por eso le mataron, no por sus ideas generales sobre Dios. Mataron a Jesús porque, a juicio de los buenos y sabios, ponía en riesgo la pureza del pueblo de Israel y la unidad del Imperio de Roma.
— Estas palabras del famoso Cardenal de España (no es todo trigo limpio) pueden ser impecables en un sentido de nacional/patriotismo político, pero no concuerdan con el evangelio de Jesús, y esto hay que decirlo claramente, para no desvirtuar el evangelio
La gente de Jesús, no era todo trigo limpio.
Jesús quiso instaurar su nueva familia, desde el margen de la sociedad, iniciando, iniciando a partir de los carentes de familia y tierra, un proyecto universal de comunión humana y Reino de Dios (Mc 10, 30; cf. Mc 3, 31-35).
Supo que el Reino ha de venir aún (no ha llegado todavía), pues la vida de los hombres y mujeres (y de un modo especial en Galilea) no respondía a las promesas de Dios, pues caminos y aldeas estaban llenos de carentes de familia, de expulsados, de perdidos y enfermos, que podían ser y eran hombres «peligrosos». Ciertamente, no eran «trigo bueno».
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