Lo primero que hago, con toda sinceridad y de buen grado, es pedir perdón a los refugiados, perseguidos y emigrantes venidos a España en los últimos meses
(Jesús Bastante).- Lo decía en el anterior post, y lo mantengo: me admira la libertad del cardenal Cañizares. Me parece un buen hombre, en ocasiones equivocado, pero al que no le duelen prendas en admitir cuando esto ocurre. Hoy ha sido ese día. Después de 48 horas de un auténtico bombardeo mediático, político y social, motivado por unas expresiones absolutamente desafortunadas, el cardenal de Valencia acaba de pedir perdón en una carta abierta.
«Lo primero que hago, con toda sinceridad y de buen grado, es pedir perdón a los refugiados, perseguidos y emigrantes venidos a España en los últimos meses, -para mí muy queridos todos, sean de la condición que sean y vengan de donde vengan y como vengan-, si tales declaraciones les han podido producir algún daño», dice Cañizares, si bien después trata de reivindicarse, justificarse y denunciar un «linchamiento» hacia su persona. De todo ha habido, pero quien encendió la mecha fue el propio arzobispo de Valencia con sus palabras, que a muchos extrañaron, porque -como dijimos y reafirmamos- no se corresponden con su actitud y sus decisiones como pastor.
En todo caso, Cañizares encendió este fuego. Y ha tenido, dos días después, la valentía de querer apagarlo. Para mí es suficiente. Lo importante, con todo, es seguir trabajando por los que huyen, perseguidos, de la guerra y el odio en Oriente Medio. Y en su ateción y acogida, Cañizares y todos los hombres y mujeres de bien debemos estar juntos.
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