Si no nos atrevemos a encarar la realidad, temo que, se rompa o no se rompa España (que tampoco es un absoluto con permiso del cardenal Cañizares), se fracture antes Cataluña
(José Ignacio González Faus, sj.).- Es conocida la frase de Jesús de Nazaret: «si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el pozo». Lo que me mueve a redactar estas líneas es la sensación angustiosa de que eso exactamente está ocurriendo hoy en España, y podemos acabar mal. Añadamos otra frase de Santo Tomás: el gobernante necesita sobre todo prudencia. Y ésta no significaba entonces cobardía, sino capacidad de percibir la adecuación entre los medios que se ponen y el fin que se pretende. Y veamos:
1.- Ceguera absoluta del poder judicial. Comienzo por ellos porque son los que están más obligados a ser lúcidos. Si ya decían los romanos que la esposa de César no sólo ha de ser honesta sino también parecerlo, vale la parodia de que el poder judicial no sólo ha de ser independiente sino parecerlo. Y el nuestro no lo parece en absoluto. Dada la forma de nombramiento, los jueces, parecen peones de un partido u otro; y las peleas entre los partidos por colocar alguno «de los suyos» confirman eso. Además hemos asistido al escándalo repetido de que altos cargos de la judicatura eran, o habían sido, militantes del PP y pese a ello se negaban a abandonar sus puestos.
Parece también innegable que el partido en el gobierno ha procurado condicionar hasta el máximo la composición del Tribunal Constitucional y del Supremo y, últimamente, el de la trama Gürtel con el nombramiento de dos jueces propuestos por el PP para el CGPJ.
¿Qué sentido tiene entonces que hagan sonoras declaraciones de protesta y profesiones de independencia a la hora de juzgar el referendum del 9N, cuando en Cataluña (y en España en general) la gente se fía cada vez menos de ellos? ¿De veras creen que atenta más contra su independencia una manifestación externa de ciudadanos, que las condiciones internas de su militancia política y el origen de sus cargos? ¿Cómo es posible estar tan ciegos que no vean que citar a Mas ante los tribunales precisamente en el aniversario de la ejecución de Companys era una provocación inútil, y que pretender que eso de las fechas no les atañe a ellos, es querer apagar un fuego echando gasolina? ¿Es posible que estén tan ciegos?
Pues parece que sí.
2.- Ceguera del gobierno español. ¿Tan ciegos son que no perciben que, todo lo que hacen contra la independencia de Cataluña favorece el independentismo? Si, en una porción del estado, más de un 60% de la población reclama un referendum, eso es un auténtico problema político. Y tienen plena razón quienes dicen que un problema político no puede resolverse ignorándolo olímpicamente y abordándolo sólo con argumentos jurídicos: porque, en una democracia, las leyes algo tienen que ver con la voluntad popular. ¿Es posible que no vean esto? ¿Es posible que no vean, que en el caso de Arantza Quiroga en Euskadi, están prefiriendo la paz por la victoria a la paz por el diálogo? ¿Y que la primera es un residuo franquista de aquellos «25 años de paz?.
Pues para pensar que todo eso puede ser muy posible, basta con asistir a la pasada clausura del Congreso donde, en pleno Parlamente y con aquel vídeo autoerótico, Rajoy aparecía disfrazado de médico que arregla la salud del país: ¡cuando tanto daño han hecho su gobierno y el de Mas a la sanidad pública!. Dejando al margen otras consideraciones éticas, el ciudadano no puede menos de preguntarse: ¿será posible que estemos gobernados por gente tan poco inteligente, que no vean que eso les hará más daño que propaganda? ¿O es que en realidad, son más listos que nosotros y saben que somos imbéciles?
Porque ya dice el refrán que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece…
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