Hoy me arrepiento de haber hablado en esos términos ofensivos y humillantes para homosexuales y divorciados, pues equivale a tratarlos como culpables. Es injusto, y contrario al evangelio. Les pido perdón
(José Arregi).- Prosigue en Roma el Sínodo sobre la familia, aunque haya decaído notablemente el interés mediático, siempre tan voluble. Lleva dos semanas, y aún queda la tercera. Luego corresponderá al papa elaborar y publicar su Exhortación Apostólica Postsinodal. Eso llegará dentro de unos meses, pero el otro día soñé que decía así: «El papa Francisco a mis hermanas y hermanos católicos del mundo entero. Os deseo la paz de Jesús. Ella nos une en la diversidad del Espíritu como una familia.
No os oculto mi incomodidad al dirigirme a vosotros como papa, pues no me elegisteis ni directa ni indirectamente, ni tampoco elegisteis a quienes me eligieron. Son cosas de la historia, no del evangelio. ¡Ojalá esto cambie pronto y deje la Iglesia de ser jerárquica, piramidal, y sea un signo de la humanidad fraterna que Jesús soñó! Mientras tanto, os hablo como hermano, sin otra autoridad que la que queráis reconocerme.
Incómodo me sentí también con el Sínodo de la Familia, que yo mismo convoqué y que congregó en Roma a tantos obispos que no conocen los gozos y las angustias de las familias de hoy, familias de carne y hueso, familias reales, familias diversas. Tan diversas que no caben en los esquemas del Catecismo que seguimos enseñando, ni en los cánones de Derecho Canónico tan frío que seguimos imponiendo en nombre de Dios. Perdonadnos.
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