Son los "divorcios culpables" (repudios unilaterales o recíprocos) los que envenenan. Los otros, son inevitables
(Jairo del Agua).- Es escalofriante oír que los divorcios siguen aumentando. Los divorcios son la gangrena de la familia y, por tanto, de la sociedad. Sin familias unidas, donde reine el amor y la seguridad, la sociedad y sus individuos irán degradándose hasta límites insospechados.
No solo por la ruptura matrimonial -que siempre deja secuelas- sino por las consecuencias para las nuevas generaciones. Si los «bloques de granito» que componen la sociedad se van convirtiendo en arenisca, ¿qué edificio social heredarán nuestros hijos? ¡Un montón de escombros y arenas movedizas!
El divorcio es una bomba de relojería cuyos efectos retardados los sufrirán nuestros hijos y nietos, es decir, la sociedad futura. He distinguido siempre entre «divorcios por capricho» (verdaderos repudios culpables) y «divorcios por necesidad» (corrección del error de un matrimonio improcedente o nulo).
Son los «divorcios culpables» (repudios unilaterales o recíprocos) los que envenenan. Los otros son inevitables porque los humanos erramos, también a la hora de elegir pareja. Por desgracia las sociedades decadentes en que vivimos no cuidan suficientemente la preparación y la conservación del matrimonio.
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