Nunca sabemos hasta dónde llega la bondad que esparcimos. Pensamos que solo alcanza a una persona, y a lo mejor, a través de esta persona, alcanzamos a muchas otras
(Martín Gelabert, op).- El presente año 2015 ha sido proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como «Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la luz«. España es uno de los 35 países que patrocinan esta resolución.
Ofrezco una idea a los profesores de religión y a los agentes de pastoral de los colegios católicos: aprovechar este acontecimiento para hacer notar a los alumnos las distintas perspectivas desde las que es posible considerar la luz.
No solo hay perspectivas científico-técnicas. También las hay esotéricas: el número 5 está marcado por un simbolismo energético que representa la fuerza y la unión de los cinco elementos que son aire, agua, tierra, fuego y éter. Otra perspectiva puede ser la artística: la pintura, ¿no es en muchas ocasiones un juego de luces? Otra es la religiosa y, más en concreto, la cristiana. De hecho el Nuevo Testamento dice que «Dios es luz», que «Cristo es la luz del mundo» y que los cristianos son luz de la tierra.
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