Juan Pablo I fue un auténtico enamorado del Concilio Vaticano II, un fiel seguidor de las intuiciones de Juan XXIII y Pablo VI
(Paulinas).- El testimonio del Papa Juan Pablo I nos puede ayudar en nuestros días a vivir con más simplicidad, a comprometernos, pues su vida se caracterizó siempre por la alegría y sencillez, la misma que mostraba en el contacto diario con los hombres y mujeres que encontraba en su camino.
El objetivo de esta sencilla biografía es dar a conocer la vida del Papa Luciani, proponer su profunda espiritualidad, su modo de actuar como sacerdote, como obispo, como Papa, como una persona llena de ternura y humanidad. En estos momentos parece iluminarse su perfil por las similitudes que podemos establecer con el Papa Francisco.
Juan Pablo I fue un auténtico enamorado del Concilio Vaticano II, un fiel seguidor de las intuiciones de Juan XXIII y Pablo VI. Por eso hablaba con un profundo conocimiento de la urgencia de buscar la unión entre todos los cristianos y trabajar por la justicia y la paz de toda la humanidad. Deseaba también realizar unos cambios muy profundos en el funcionamiento de la Iglesia y en la forma encarnada de transmitir la Buena Noticia de Jesucristo al mundo de su tiempo.
De sus días como Sucesor de Pedro, si hubiera podido disfrutar de un pontificado más largo, bastarían estas palabras del Cardenal Villot: Hubiera llegado a asombrar a la Iglesia y al mundo. Pero esa probabilidad quedó en el misterio de Dios, como lo había estado siempre su vida.
Albino Luciani había palpado a diario y permaneció siempre sumergido en el misterio de Dios. Por eso comentaba con total naturalidad: El Señor ha hecho de mi vida todo lo que ha querido. La vida que aparece llena de sencillez y alegría en estas páginas.
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