Santo Padre, no aguante ni un día más. Haga una "limpia" a fondo de esa cueva de ladrones
(José Luis Ferrando, biblista).- Estimado Santo Padre, le escribo con una mínima esperanza de que mi escrito pueda llegar a sus manos, aún así, es tal el dolor que siento que he decidido intentarlo. Hay mucha gente como yo que en estos momentos necesitamos decirle que estamos con usted. El poder de la oración es muy grande y con ella queremos expresar nuestro sentimiento de apoyo.
Desde que usted llegó a ocupar la silla de Pedro, la Iglesia está ofreciendo un rostro distinto. Pero en su entorno, día a día, hay gente que está maniobrando en su contra, intentando apagar la suave brisa del Espíritu que le ilumina. Y esa gente quisiera controlarlo todo y como no pueden están nerviosos. Santo Padre, no aguante ni un día más. Haga una «limpia» a fondo de esa cueva de ladrones. Usted sabe muy bien el daño que le están haciendo al pueblo sencillo. Para esta gente las cuestiones canónicas, teológicas y disciplinarias no les importan; solo son el pretexto para desprestigiarle. Cualquier tema que se plantee: el matrimonio canónico, el celibato opcional o cualquier otro tema conflictivo no les importa. Solo quieren que todo quede igual, que no se altere un milímetro su «status». Esa es la cuestión. Incluso alguien le considera un intruso, según afirma algún periódico.
Quiero confesarle que escribo con indignación, porque mucha gente tenía ya asumido el que bastantes cosas en el Vaticano no funcionasen como debieran; pero ahora, con la alegría que usted nos despierta cada día, volver a ver y oír ciertas cosas nos quiebra la esperanza. Por suerte para los católicos y para mucha gente buena que está redescubriendo la Iglesia por sus gestos y palabras ahora estamos es un momento crucial. Por favor, con su claridad sin ataduras, por su libertad frente a los tópicos, por el discernimiento con que el Señor le ha dotado, libere a la Iglesia de la gente que empaña y oscurece su imagen. No puedo ni quiero darle lecciones, pero una cosa es la misericordia y otra la justicia. Y con esas personas habrá que usar de misericordia, después de la justicia. No se les puede confiar ni un día más ni el dinero, ni las decisiones y puesta en marcha del proyecto que usted ha elaborado. Que se vayan, que le dejen trabajar sin ponerle la proa, sin crear camarillas que cuestionan y bloquean. Por el bien de la Iglesia y el bien de tanta gente buena que ha vuelto, gracia a usted a descubrir la belleza del Evangelio.
Con usted, a su lado, siguiéndole hay mucha gente. A ese pueblo de Dios sencillo, que da catequesis o colabora con Cáritas en las parroquias de cualquier lugar, usted les chifla. Se lo digo por experiencia personal. No se lo puede imaginar. El apoyo a una medida dura a estos personajes oscuros sería bienvenida. La alternativa de seguir aguantando las presiones, las calumnias o los bloqueos es muy triste. Seguiremos rezando por usted para que el Espíritu le abra caminos de Verdad.
Me identifico con su sufrimiento en estos momentos y sé que una inmensa multitud de cristianos también, pero no dudamos de que la «gracia» especial del Señor le sostiene, y eso nos consuela. Que el Señor siga bendiciéndole cada día y le otorgue muchos años a su servicio.