El problema empieza cuando la afectividad femenina se concentra y satisface en los hijos restándosela a su pareja
(Jairo del Agua).- Uno tiene la obsesión y la pasión de apoyar a las familias, a los matrimonios, a las parejas… No solo a las católicas sino a todas las formadas por personas de buena voluntad, regulares o irregulares (calificativos humanos al fin y al cabo), que quieran cultivar su amor y con él su fidelidad perpetua.
Éstas son, para mí, las verdaderas «parejas regulares», las que eligen cada día cultivar el amor recíproco y convertirlo en invernadero seguro para sus hijos.
Las otras, por muy sacramentales que parezcan, pueden quedarse en mancebías o prostituciones legales. A algún confesor he oído decir que había más quebrantos del «sexto» dentro del matrimonio que fuera. De algo parecido ya prevenía nada menos que san Josemaría Escrivá.
Me referiré hoy al «complejo de Edipo» mirado desde el reverso, es decir, desde las madres. Es un fenómeno poco conocido que puede convertirse en una hemorragia para la pareja y terminar en separación o divorcio. Por eso quiero advertir sobre ello.
Comenzaré recordando que el «complejo de Edipo» es un término psicoanalítico freudiano que describe la preferencia del niño hacia la madre, mostrándose acaparador con ella en competición con cualquier otro varón que le «quite» su atención y rivalice con su cariño, normalmente el padre, quien se convierte en objeto de sentimientos de alejamiento y odio.
Freud se inspiró, para denominar este complejo, en la tragedia griega «Edipo rey» de Sófloques (495 a 406 a.C.). En ella se fabula cómo Edipo mata a su padre Layo, rey de Tebas, y se convierte él mismo en rey al casarse con la viuda, su madre Yocasta, con la que llega a tener hasta cuatro hijos.
La denominación de Freud es muy desacertada, ya que en la tragedia griega Edipo no sabía que era su padre el contrincante al que mató en una encrucijada del camino. Ni pudo imaginar siquiera que Yocasta era su verdadera madre. Tampoco ella pudo saberlo, por eso se suicida al enterarse que Edipo era el hijo a quien habían ordenado matar nada más nacer.
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