Lo que diferencia a los yihadistas de los mártires cristianos es algo fundamental, los mártires mueren pero no matan y los yihadistas mueren matando
(Manuel Mandianes).- La intelectualidad europea y la mayoría de la izquierda, por su laicismo militante, no pueden entender la importancia de la fe religiosa en el comportamiento del creyente. Los autores del atentado de Paris, y otros muchos en Europa y América, son fanáticos del Islam y actúan y matan motivados por la fe en Ala y cumpliendo un mandato del Corán, el de la Yihade.
Otra cosa es que muchos islámicos, tal vez la mayoría, no sean fanáticos y hasta condenen estos atentados. Es cierto que diferentes autores interpretan el mandato de la guerra santa de diferentes maneras, pero es evidente que muchos lo interpreten en sentido literal: ir y matar al infiel, el que no cree en Alá. Y aún otra cosa distinta es que la Yihad estalle de tiempo e tiempo y que detrás de estos estallidos estén otros intereses, pero el hecho es que los que hacen la Yihad son fanáticos del islán.
Y tal vez los fanáticos, como dice Zizek, sean los únicos auténticos creyentes, aquellos que están dispuestos a morir por su fe. Lo que diferencia a los yihadistas de los mártires cristianos es algo fundamental, los mártires mueren pero no matan y los yihadistas mueren matando.
La brecha, por seguir utilizando el lenguaje de Zizek, existencial y teológica existente entre unos y otros es sustancial; es decir, lo que va del Pentateuco, del que el Corán en una copia con muchas aportaciones de su autor, al Nuevo Testamento. Estos fanáticos matan en nombre de dios, quieren extender la Uma, comunidad islámica, a todo el mundo. Estamos, sin duda, en un choque de civilizaciones.
Los muchos intelectuales no lo ven porque su cortina laicista no les deja ver, los políticos no lo dicen porque quieren pasar por pacifistas a ultranza. Los unos y los otros olvidan que para solucionar un problema hay que identificar todos sus elementos y partes.
«Choque de civilizaciones» de S. P. Huntington ya lo anunciaba, y en aquel entonces, 1996, lo pusieron a caer de un burro y hoy siguen, aunque estén convencidos de que tenía y sigue teniendo razón, no se la dan por un falso pacifismo y un buenismo estúpido.
La mayoría de los tertulianos que han saltado a la pequeña pantalla y han invadido las ondas de la radio a raíz del atentado de París no ha leído jamás ni el Corán ni un libro de teología islámica pero hablan como doctores en la materia y pontifican como sólo lo puede hacer el que lo ignora todo sobre la materia que está hablando