En el País Valenciano hay más misas en chino, para los cristianos de esta lengua, que en valenciano
(Josep Miquel Bausset).- La semana pasada, el director de RD nos daba una noticia sobre la negativa de unos sacerdotes, en Marín, a celebrar la Eucaristía en gallego.
Aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI y después de cincuenta años de la clausura del Vaticano II, este hecho es el pan nuestro de cada día en las parroquias del País Valenciano, donde nuestra lengua sigue marginada en la liturgia, a pesar de la recomendación del Concilio a favor de las lenguas vernáculas.
La Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium fue votada y aprobada por los Padres Conciliares el 22 de noviembre de 1963, con el resultado de 2159 placet o votos afirmativos, 19 non placet o negativos y un voto nulo. El voto solemne, en presencia del papa Pablo VI, tuvo lugar el 4 de diciembre del mismo año, con lo cual esta Constitución Litúrgica entró en vigor el 16 de febrero de 1964. Este resultado habría de haber animado a los obispos valencianos a introducir nuestra lengua en los templos.
Pero al final del Concilio, los cristianos valencianos pasamos del latín al castellano, sin tener en cuenta que en el País Valenciano tenemos, además del castellano, la lengua de San Vicent Ferrer o de Sor Isabel de Villena.
Si los obispos valencianos marginaron el valenciano en la Iglesia, un abanderado de esta lengua, la defendió y la promovió. Fue el sacerdote Vicent Sorribes.
Si con la Sacrosanctum Concilium se admitían las lenguas vernáculas en la celebración de la liturgia, ya unos años antes, el sacerdote valenciano Vicent Sorribes Gramatge se adelantó a esta novedad que después proclamaría y consagraría el Vaticano II. Y es que el 1951 salía publicado su «Eucologi Valencià. Recull de pregàries litúrgiques en Llengua Valenciana», con un prólogo del arzobispo «En Marcel·lí Olaechea Loizaga». Publicado por «Editorial Lletres Valencianes», el Eucologi de Vicent Sorribes contenía, además de las oraciones litúrgicas, el «Missal Romà amb el Ritual de la Diòcesi».
En el prólogo del Eucologi, el arzobispo de València expresaba (en valenciano) su «bendición y el aplauso más afectuoso por el querido Señor Cura de Rocafort, Mossén Vicent Sorribes Gramatge, autor de este Eucologi, que tanto bién ha de hacer entre los fieles de València». El arzobispo felicitaba a mossèn Sorribes «por el acierto que ha precedido su elegante y artística presentación», y también por el hecho que «esta Obra pone en manos de nuestros amadísimos hijos, y escrito en la dulce lengua valenciana, un compendio muy acertado de las oraciones del cristiano y un extracto de lo mejor de todos los libros de piedad: el Misal».
El Eucologi’ de mossèn Sorribes pretendía, como decía el arzobispo Olaechea, que los fieles pudiesen «seguir al Sacerdote en la celebración del Santo Sacrificio», ya que la Eucaristía era en latín. Así los que iban a misa no habrían de asistir «solamente como oyentes», sino que, como decía el arzobispo, «Sois concelebrantes, ofreciendo con el Sacerdote, el Sacrificio Divino». Por eso el arzobispo exhortaba a no limitarse a «oír Misa», y por eso añadía: «No vayáis oírla, sino a celebrarla, a decirla con Jesucristo y con su ministro del Altar». El arzobispo Olaechea terminaba sus palabras deseando que «este Eucologi os ayude eficazmente y para todos vosotros sea gratísimo, sobretodo para los que gustáis las bellezas de la lengua del gran Hijo y Patrono de València Sant Vicent Ferrer».
El primer fruto del I Congrés Litúrgic de Montserrat fue, el mismo 1915, la edición del «Eucologi» de mossèn Lluís Carreras, una obra que tenía por objeto facilitar a los fieles y hacer más participativa la liturgia, que en aquel tiempo se celebraba en latín. Con el tiempo, seguramente, mossèn Sorribes conocería el Eucologi de mossèn Carreras, y con la voluntad también de ayudar a los laicos valencianos a vivir la liturgia en nuestra lengua, el rector de Rocafort trabajó en la edición de su Eucologi.
En el Pórtico de presentación del Eucològic Valencià, mossèn Vicent Sorribes explicaba que esta obra, «a pesar de mi oposición, hija de mi falta de fuerzas», era fruto «de una amigable coacción», para que «me decidiera a escribir algo en valenciano». A pesar de la existencia de otros libros para rezar, mossèn Sorribes justificaba la edición del Eucologi, por el hecho de que «no hay, al menos que yo sepa, ninguno para rezar en valenciano, y eso también es digno de una reparación».
Mossèn Sorribes se lamentaba así de la ausencia de un misal en valenciano (cosa que todavía hoy no se ha resuelto): «¿Qué hacemos aquí, en favor de la piedad valenciana? Prácticamente nada». Por eso añadía: «¿No te parece que conviene demostrar que nuestra lengua sirve para todo?». Y justificaba esta obra así: «Hermanos: Como veis, es por Dios, por la Virgen, por València, por la Patria que trabajo».
El Eucologi de mossèn Sorribes, con 723 páginas, incluye en un primer bloque las oraciones más básicas del cristiano, como el Padrenuestro y el Avemaría, el Credo, la Salve, los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, las Bienaventuranzas, las Virtudes Teologales y las Cardinales o las Obras de misericordia.
En un segundo bloque tenemos otras oraciones, como el Ángelus y el Regina coeli, la oración de San Bernardo a la Virgen, al Ángel de la Guarda y a San José, el Te Deum, y los Salmos Miserere y el De Profundis.
El tercer bloque contiene el Santo Rosario, la Felicitación Sabatina, las Cinco Visitas a los Monumentos, el Primer viernes de mes o los Siete Dolores de la Virgen, entre otras devociones.
El cuarto bloque es el Misal Romano, con los domingos de Adviento, Navidad, Epifanía y Cuaresma, el Ordinario de la Misa y los domingos del Tiempo Pascual y los de después de Pentecostés.
Otro bloque es el de las fiestas del Santoral y las diversas Misas de Difuntos.
Después encontramos el Ritual del Bautismo, de la Comunión por Viático, la Extremaunción y el Matrimonio.
Hay también un Himnario Musical con la Misa de Angelis, el Pange lingua, Adeste fidelis, o cantos como Oh flor de Dijous Sant o diversos Gozos e Himnos.
También hay un Himnario Litúrgico con el Ave Maris Stella, el Stabat Mater, Vexilla Regis, Lauda Sion Salvatorem, el Magníficat o el Veni Creator.
Finalmente hay un Himnario Religioso con la Oración a la Virgen, del escritor medieval Joan Roiç de Corella, el Soneto a Cristo Crucificado, las Bienaventuranzas, el Himno a la Patrona de València o el Himno vicentino.
En la conferencia de clausura del IV Congreso Litúrgico de Montserrat, el pasado 18 de abril, el obispo Piero Marini (Presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos y Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias (1987-2007) destacaba la importancia de la liturgia, ya que renueva la Iglesia. El obispo Marini destacaba como la Sacrosanctum Concilium «dio lugar a una reforma que todavía no ha terminado». Y eso lo sabemos perfectamente los cristianos valencianos, ya que nuestra lengua no ha sido asumida por la Iglesia.
Si el papa Pablo VI, el 7 de marzo de 1964 celebró la primera misa en la lengua del pueblo en la parroquia romana de Todos los Santos, ¿como es que las parroquias valencianas (en su gran mayoría) todavía no utilizan la lengua de nuestro Pueblo?
El obispo Marini recordaba la cuestión de las traducciones litúrgicas, para inculturizar a la Iglesia en los diversos pueblos del mundo. Unas traducciones que son responsabilidad de las Conferencias Episcopales. El obispo Marini puso el ejemplo de la Iglesia del norte de África durante los primeros siglos del cristianismo, que fue desapareciendo por el hecho de que los presbíteros y los obispos no utilizaban la lengua del Pueblo, sino el latín. Por eso San Agustín se lamentaba de que no tenía sacerdotes que supieses la lengua de los cristianos del Norte de África.
Como decía el papa Pablo VI, «La esperanza es la mirada de la Iglesia hacia el futuro. Una Iglesia que no es vieja, sino antigua, pero que el tiempo la rejuvenece. Una Iglesia que no tiene miedo a aquello que es nuevo, y que de sus raíces hace brotar una nueva primavera».
El Eucologi de mossèn Vicent Sorribes fue, en un intento por valencianizar nuestra Iglesia, mucho antes del Vaticano II, como una nueva primavera.
Paradójicamente en las iglesias del País Valenciano hay más misas en chino, para los cristianos de esta lengua, o en polaco, que en valenciano. Y es que la Iglesia Valenciana todavía tiene una asignatura pendiente: su inculturación en la sociedad y en la cultura de los valencianos.
Ahora, 50 años después de la clausura del Concilio, y para que la Iglesia pueda asumir nuestra lengua en la liturgia, ¿no es hora que los cuatro obispos valencianos hagan lo posible para hacer normal la Iglesia lo que es normal en la calle, en la escuela y en la cultura? ¿No es hora que los obispos valencianos, de una vez por todas, dejen de marginar y de expulsar el valenciano de los templos? ¿No es hora que Pentecostés y la Sacrosanctum Concilium, sean una realidad en la Iglesia Valenciana?