Los tiempos del oscurantismo tienen que acabar. Y, objetivo número uno de la legislatura tolerancia cero a la corrupción. Eso es sólo empezar a "rehabilitar"la política
(José Luis Ferrando Lada).- Desde el día 20 de diciembre se discute abundantemente sobre la «voluntad política» del pueblo español. Las declaraciones de los líderes de los partidos alimentan un cierto ambiente nupcial. Algunos se dejan querer mientras que otros rechazan los noviazgos envenenados.
Al final veremos en que queda este baile. Hay dos pretendientes principales, pero muchas dudas o exceso de claridad. Y, probablemente, mucha reunión a puerta cerrada, contubernios, móviles etc…Sin embargo, lo visto y oído en estos últimos tiempos es nefasto, la impresión es que estamos en manos de cuatreros, tahures e intelectuales nebulosos. Y esto es un mal presagio.
Se percibe dogmatismo (como denunciaba J.M. Castillo en este portal), pero también demasiado recoveco, rencor y prejuicios. Por eso, si no son capaces de llegar a un acuerdo aceptable para la sociedad española: ¡Qué los cambian a todos!
En una palabra, demasiada estrategia y poco contenido. Hay déficit de ilusión y utopía…y, sobre todo poca preocupación por el avance del empobrecimiento de muchas familias. Pocas propuestas serias de políticas sociales expansivas creíbles, y no paliativas. Poca mirada a lo lejos para crear horizontes de esperanza y cercana para acoger a los descartados y vulnerables: «no se olviden de los pobres» les dijo el Papa Francisco a los de Davos.
Pero sobre todo, sobra corrupción política en esta sufrida piel de toro. Tres grandes focos: Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana. Por eso lo más importante, dice el Papa Francisco, «rehabilitar la política». Y, en otro contexto añade: «la corrupción es en sí misma un proceso de muerte».
Esta realidad continúa el Papa: «se ha vuelto natural, al punto de llegar a constituir un estado personal y social ligado a la costumbre, una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en las contrataciones públicas, en cada negociación que implica a agentes del Estado. Es la victoria de la apariencia sobre la realidad y de la desfachatez impúdica sobre la discreción honorable» (Papa Francisco, A la Asociación Internacional de Derecho Penal, 23.10.2014). Y los obispos de Perú han dicho recientemente: «Convocamos a los cristianos auténticos y a todas las personas de buena voluntad a comprometerse políticamente para una urgente reforma del Estado y una participación ética de la ciudadanía». Esto vale, también para nosotros.
En cualquier caso lo que si deseamos los españoles es seriedad, rigor, responsabilidad y transparencia a la hora de cerrar los pactos. Seriedad significa mirar ante todo el bien común de nuestro país, precisamente en este momento concreto de su historia, con sus luces y con sus sombras, pero sobre todo con sus retos. Rigor quiere decir que los votantes no quieren chalaneos de cargos, a costa del programa electoral. De cara a una negociación se puede admitir el ceder en algún tema secundario, pero no en lo esencial, ya que esto desnaturalizaría la opción.
Responsabilidad es poner la mirada clara en los problemas más candentes y urgentes y, vislumbrar soluciones. Transparencia, que se de cuenta y razón a la sociedad por escrito de lo pactado en la mesa. Luz y taquígrafos. Y si hay reparto de cargos exactamente lo mismo. Los tiempos del oscurantismo tienen que acabar. Y, objetivo número uno de la legislatura tolerancia cero a la corrupción. Eso es sólo empezar a «rehabilitar»la política.