"No podemos pensar lo humano sin la creación". Es en este momento cuando comienza lo verdaderamente importante. La creación hoy está en peligro
(José Miguel Martinez).- El colegio Sagrada Familia, Patronato de la Juventud Obrera (PJO) situado en el barrio de Benimaclet de la ciudad de Valencia, ha tenido el privilegio de contar con la presencia de D. Sebastián Mora, Secretario General de Cáritas. Todo ello en el marco de una serie de conferencias que están analizando y estudiando el contenido y las enseñanzas de la Encíclica Laudato si del Papa Francisco.
Su exposición ha girado en torno a las consecuencias sociales de lo que ahí se dice y se defiende. Para ello, Sebastián Mora ha situado el escrito en relación con la Doctrina Social de la Iglesia que la ha definido como «un diálogo con las preocupaciones de su tiempo». El referente principal lo encontramos en León XIII con la publicación de la Rerum novarum (1891).
Ahí se trataba de responder a la pregunta cómo pensar la cuestión obrera. Los diferentes papas en el siglo XX han ido ampliando a diferentes ámbitos esta preocupación, desde Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II que introduce la cuestión de pensar lo social desde la globalización o Benedicto XVI en Caritas in veritate donde afrontar lo social estriba en repensar la persona hoy, una reflexión antropológica en torno a la dignidad y su violación sistemática en el mundo de hoy.
Desde este recorrido, Laudato si parte del convencimiento, y en consonancia con los otros papas pero ampliando la perspectiva del tema social, que si queremos entender a la persona, antes tendremos que pensar el mundo en el que vivimos. Y es aquí cuando emerge uno de los puntos centrales de la conferencia de Mora: «No podemos pensar lo humano sin la creación». Es en este momento cuando comienza lo verdaderamente importante. La creación hoy está en peligro, y lo está porque como ya expresara Francisco a los movimientos sociales de Bolivia: «El sistema está acabado». Retoma sus palabras históricas y proféticas de la Evangeli gaudium: «La economía, mata».
Hoy estamos ante un callejón sin salida. Cuatro razones se han apuntado. La primera, estamos ante un agotamiento de nuestra forma de ver la vida. Segunda, como civilización no tenemos respuestas para nuevas preguntas. Tercera, la desigualdad está aumentando a tal nivel que para 2070 el 1% de la población mundial acumulará la riqueza del 90% del resto. Por último, cada día los movimientos de población se dan más por causas ecológicas que por hambre o guerra.
Ante este panorama, Sebastián Mora ha planteado una de las preguntas kantianas: ¿Qué hacer? Ha insistido que únicamente desde la ciencia y la técnica no habrá salvación. Hay que ir hacia un diálogo con las diferentes culturas y religiones, empaparse de la sabiduría que hay en ellas, porque ambas dimensiones humanas están enraizadas en el sentido de la tierra. «Nosotros somos tierra», ha afirmado recordando a las tribus indígenas en el Amazonas. Sabiduría para clamar contra la inviabilidad de nuestra forma de vivir, de nuestra cotidianidad. Ésta para poder desarrollarse necesita de la explotación de otras personas, con nombres y apellidos, y para hacerlo, necesita dañar la creación.
¿Qué hacer ante la magnitud y la inmensidad del problema? Es una cuestión ética, personal, de modo de vida, de implicación. «Salvar el mundo es cambiar cada uno de nosotros» ha apostillado, teniendo como referencia a los olvidados. Ha recordado el pasaje de Caín y Abel: «La sangre de tu hermano grita desde la tierra». Por ello, el clamor de los pobres, su grito, su desesperanza, es el clamor de la creación, porque todos somos Hijos de Dios. Sólo puede haber justicia y salvación si se está con el que sufre, si llevamos sus cruces. Para que se dé la esperanza tenemos que tocar las diferentes desesperanzas que habitan en el mundo. Aquí se da el paso por la cruz, una cruz que no acaba con la muerte, sino con la resurrección y así una nueva vida, un nuevo mundo y una nueva historia con valores íntegros y humanos.